jueves, 5 de julio de 2018

Leyendo... Jeremías capítulo 15



LECTURA DIARIA:
Jeremías capítulo 15

El Señor no se compadece y declara que su pecado es tan grande que hasta la intercesión de Moisés y Samuel sería inefectiva.

Moisés y Samuel fueron dos de los más grandes profetas de Dios. Al igual que Jeremías, ambos intercedieron entre Dios y el pueblo. A menudo la intercesión es eficaz. En este caso, sin embargo, el pueblo era tan malvado y obstinado que Dios sabía que no se volvería a Él.
Manasés fue considerado como el peor rey en la historia de Judá, sus pecados son el principal responsable de la decadencia de Judá.
La meta de estos castigos era destruir la vida y devorar la muerte. Esto sucedería debido al reinado perverso de Manasés y al pecado del pueblo y la destrucción sería total. El pueblo pudo haber argumentado que no debían culparlos de los pecados de Manasés, pero ellos siguieron lo que Manasés comenzó. Si a sabiendas seguimos a líderes corruptos, no tendremos excusas de ser culpables de sus malos ejemplos.
Dios castiga sólo si la gente no responde; les ofrece hasta la última oportunidad para evitar el juicio prometido, muchos de los pronunciamientos proféticos tienen carácter condicional.
Aventador se utilizaba en el proceso por medio del cual son separados el grano de la paja y el polvo exponiendo a la brisa el cereal que es lanzado al aire. El viento se lleva entonces los materiales livianos. El proceso de aventar constituye un símbolo del juicio.
Tercer lamento personal de Jeremías. Refiriéndose al rechazo de que ha sido víctima, e invocando el fiel cumplimiento de su deber, Jeremías se lamenta de la angustia que esto le ha traído y parece responsabilizar a Dios por haberle fallado en su momento de necesidad.
A pesar de eso Jeremías muestra su conformidad con los planes de Dios.
Jeremías no contrajo matrimonio. Jeremías acusó a Dios de no ayudarlo cuando realmente lo necesitaba. Jeremías dejó de poner los ojos en los propósitos de Dios y sentía lástima de sí mismo. Estaba enojado, herido y asustado. En respuesta, Dios no se enojó con él, respondió volviendo a orientar las prioridades de Jeremías.
Como vocero de Dios, debía influir en el pueblo, no permitir que ellos influyeran en él. Hay tres lecciones importantes en este pasaje:
(1) en la oración podemos revelarle a Dios nuestros más profundos pensamientos;
(2) Dios espera que confiemos en El a pesar de las circunstancias; y
(3) estamos aquí para influir en otros para Dios.
Jeremías le hace a Dios dos preguntas retóricas; una sobre su propia condición, la otra relacionada con la confiabilidad de Dios.
Dios le responde que si se vuelve a Él y saca todo pensamiento equivocado no dejándose influenciar por los rebeldes, él será como un muro fortificado de bronce que nadie podrá vencer.

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