lunes, 14 de enero de 2019

Tiempo... Mateo 7. 24 - 27



TIEMPO DE REFLEXIÓN

"Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.
Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.", Mateo 7.24-27.

Quien acepta el consejo y la reprensión del Padre se hace una persona sabia. El caminar atento a la voz de Dios, permite:
1. Alimentar el espíritu y el alma
2. Mantener una vida de intimidad con el Señor
3. Establecer una relación de amistad permanente con Dios
4. Descansar plenamente en quien con amor eterno nos ha amado
De esta manera, podemos habitar confiados, vivir tranquilos, y sin ningún temor del mal. La persona necia no oye la voz de Dios y guía su vida por sus propias opiniones.
¿Somos sabios o necios? Es una pregunta para hacernos hoy.
Recordemos que la obediencia va ligada a la sabiduría, en otras palabras no podemos ser sabios si no sometemos nuestro razonamiento a la revelación de Dios. Para conocer la voluntad de Dios debemos leer su Palabra y pedirle al Espíritu Santo que nos muestre cómo obedecerla, y estar dispuestos a hacer lo que Él nos diga.
La obediencia debe ser un fundamento sólido para resistir las tormentas de la vida, no basta sólo el conocimiento sino la capacidad de tomar decisiones sabias en circunstancias difíciles. Cuando necesitamos sabiduría, podemos orar a Dios y Él nos la dará abundantemente. La sabiduría de Dios está a nuestra disposición para guiar nuestras decisiones.
La sabiduría significa discernimiento práctico. Debe llevarnos a una vida recta y a distinguir lo correcto de lo erróneo. Dios está dispuesto a darnos esa sabiduría, pero no podremos recibirla si nuestras metas no están centradas en Dios sino en nosotros mismos.
Preguntémonos si estamos construyendo nuestra vida sobre la Roca, que es Jesús.
Dios les bendiga abundantemente.

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