miércoles, 2 de enero de 2019

Leyendo... Malaquías capítulo 1



LECTURA DIARIA:
Malaquías capítulo 1

Las amenazadoras palabras de Jehová a su «mensajero» (Malaki), con las que empieza el capítulo, lo preocuparon extraordinariamente.
A través de 23 preguntas el profeta propone un autoexamen, lleno de reproches contra los sacerdotes y el pueblo de Israel. Esta pequeña colonia, el remanente de los reinos de Israel y Judá, retornó a su tierra tras la cautividad babilónica y se convirtió en objeto central de las promesas y advertencias divinas.
Un oráculo es un mensaje de Dios.
El primer mensaje de Dios por medio de Malaquías fue: “Yo os he amado”. Si bien este mensaje se aplicaba especialmente a Israel, es un mensaje de esperanza para todos los pueblos de todos los tiempos.
Debido a que el gobierno era corrupto y la economía era deficiente, los israelitas asumieron que Dios no los amaba. Están equivocados. Dios ama a todas las personas porque El las creó; sin embargo, sus recompensas eternas son solo para los que le son fieles.
Toda la profecía, construida dentro de un formato de preguntas y respuestas, es representativa del pacto establecido entre el Señor y su pueblo. Jehová es su Padre y Señor, su único Dios y máximo Juez. El pueblo escogido por Dios había correspondido mal al amor del Dios del pacto, y pese a ello el Dios de amor les hizo un llamado para que retornaran a él y guardaran sus mandamientos. Y todavía, a causa de su divino amor, el Señor se preocupa por ellos y amonesta a su pueblo escogido. En respuesta a la petición que se le hace de pruebas de su amor por el pueblo, el Señor se refiere al hecho histórico de la libre elección de su antepasado Jacob, en lugar de su hermano Esaú. Dios amó, o «prefirió», a Jacob y sus descendientes, y aborreció, o «rechazó», a su hermano a Esaú y a Edom, su descendiente, por razones que sólo él conoce. Pablo se refiere a este pasaje como un ejemplo de la elección divina.
La Ley de Dios requería que se sacrificaran animales vivos y sin defectos. Pero los sacerdotes estaban ofreciendo animales ciegos, cojos y algunos ya muertos. Dios acusó a Israel de deshonrarlo al ofrecer sacrificios imperfectos.
Como intermediarios entre Dios y el pueblo, los sacerdotes tenían la responsabilidad de reflejar las actitudes de Dios y su carácter. Al aceptar sacrificios impuros, estaba llevando al pueblo a creer que Dios aceptaba esos sacrificios también.
Dios tenía un pueblo escogido, a través de los cuales había planeado salvar y bendecir al mundo entero.
Los sacerdotes, representantes y guías del pueblo, sin darse cuenta demostraban por medio de sus ofrendas y sacrificios la vileza de su vida. En la degradación de sus ofrendas, ellos mostraban qué tan bajo habían llegado.

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