LECTURA
DIARIA:
Mateo
capítulo 22
En
aquellos lugares se esperaban dos invitaciones cuando se organizaba un
banquete.
La primera solicitaba la asistencia del invitado, la segunda indicaba
que todo estaba listo. Aquí el Rey, Dios, invita tres veces, y las tres veces
le rechazan la invitación. Dios quiere que nos unamos a Él en su banquete, que
durará por la eternidad.
Era
costumbre que los invitados a una boda recibían una vestimenta especial. Ni se
pensó que alguien podría rechazar esta vestimenta. Sería un insulto al
anfitrión, el que daría por sentado que el invitado no quería participar en la
celebración de las bodas. Jesús está hablando aquí de la vestimenta de justicia
que se requiere para entrar en el banquete de Dios en el Reino. Este ropaje es
una figura de la aceptación total que se da ante los ojos de Dios a cada
creyente en Cristo.
Los
fariseos, un grupo religioso, se oponían a la ocupación romana en Palestina.
Los herodianos eran un partido político judío que apoyaba a Herodes Antipas y
la política instituida por Roma. Normalmente, estos dos grupos eran enemigos
enconados, pero se unieron contra Jesús. Juntos, varios representantes de estos
dos grupos preguntaron a Jesús en cuanto al pago de impuestos a Roma, pensando
que podrían arrinconarlo. Si Jesús manifestaba estar de acuerdo con que se
pagara impuestos al César, los fariseos dirían que se oponía a Dios, el único
Rey que reconocían. Si Jesús decía que no debían pagar impuestos, los
herodianos lo entregarían a Herodes por rebelión. A los fariseos no los
impulsaba el amor a las leyes de Dios, y los herodianos no estaban motivados
por el amor a la justicia romana. La respuesta de Jesús puso al descubierto sus
motivos malvados y los avergonzó.
Se
requería que los judíos pagaran impuestos para sostener al gobierno. Los judíos
aborrecían esto porque el dinero iba directamente al tesoro del César, donde
parte sufragaba los gastos de los templos paganos y el estilo de vida decadente
de los romanos aristócratas. La imagen del César en las monedas era un
recordatorio permanente de la sujeción de Israel a Roma.
Jesús
no cayó en la trampa y mostró que tenemos doble ciudadanía. La ciudadanía
terrenal requiere que paguemos los servicios y beneficios recibidos. La del
reino de los cielos requiere que ofrezcamos a Dios obediencia y consagración.
Como
los fariseos y herodianos no pudieron atrapar a Jesús, los saduceos con
disimulo lo intentaron. No creían en la resurrección porque el Pentateuco no
tiene una enseñanza directa al respecto. Los fariseos no habían podido hacer
uso de un argumento convincente tomado del Pentateuco para defender la
resurrección, y los saduceos pensaron que tenían atrapado a Jesús.
La
ley decía que cuando el esposo moría sin dejar un hijo, el hermano soltero del
hombre tenía la responsabilidad de casarse con la viuda y cuidarla. Los
saduceos preguntaron cómo sería el matrimonio en la eternidad. Jesús les
respondió que era más importante comprender el poder de Dios que conocer cómo
será el cielo.
Jesús manifestó que estos puntos de vista
errados tienen como origen el desconocimiento de la Palabra de Dios. Jesús
respondió en base a Éxodo (3.6). Dios no diría: "Yo soy el Dios de tus
padres", si pensaba que Abraham, Isaac y Jacob estaban muertos. Desde la
perspectiva de Dios, ellos vivían. La respuesta de Jesús les daba una victoria
teológica a los fariseos sobre los saduceos, pero estaban más interesados en
acaban con Jesús que en aprender una verdad.
Uno
de los fariseos "experto en leyes" le pidió a Jesús que identificara
la ley más importante. Jesús citó Deuteronomio 6.5 y Levíticos 19.18. Al
cumplir estos dos mandamientos, una persona cumplía las restantes, ya que
resumen los Diez Mandamientos y las otras leyes morales del Antiguo Testamento.
Jesús dice que si amamos a Dios y a nuestro prójimo por naturaleza guardamos los
mandamientos.
Los
fariseos, herodianos y saduceos le habían presentado sus preguntas. Ahora Jesús
invierte los papeles y les formula una pregunta bien interesante: quién
pensaban que era el Mesías. Los fariseos sabían que el Mesías sería un
descendiente de David pero no que también sería Dios mismo. Jesús usó el Salmo
110.1 para mostrarles que el Mesías era muy superior a David.
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