lunes, 21 de enero de 2019

Tiempo... Mateo 14. 22 - 33



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Después de esto, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca, para que cruzaran el lago antes que él y llegaran al otro lado mientras él despedía a la gente.
 Cuando la hubo despedido, Jesús subió a un cerro, para orar a solas. Al llegar la noche, estaba allí él solo, mientras la barca ya iba bastante lejos de tierra firme. Las olas azotaban la barca, porque tenían el viento en contra.  A la madrugada, Jesús fue hacia ellos caminando sobre el agua. Cuando los discípulos lo vieron andar sobre el agua, se asustaron, y gritaron llenos de miedo: ¡Es un fantasma!  Pero Jesús les habló, diciéndoles: ¡Calma! ¡Soy yo: no tengan miedo! Entonces Pedro le respondió: Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua. Ven —dijo Jesús. Pedro entonces bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como comenzaba a hundirse, gritó: ¡Sálvame, Señor! Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: ¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste? En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento.  Entonces los que estaban en la barca se pusieron de rodillas delante de Jesús, y le dijeron: ¡En verdad tú eres el Hijo de Dios!” 
Mateo 14. 22 – 33.

No es difícil ver en la barca de los discípulos de Jesús, sacudida por las olas y desbordada por el fuerte viento en contra, a cada uno de nosotros en medio  de pruebas y situaciones difíciles de la vida.
Según el evangelista, «Jesús se acerca a la barca caminando sobre las aguas». Los discípulos no son capaces de reconocerlo en medio de la tormenta y la oscuridad de la noche. Les parece un «fantasma». El miedo los tiene aterrorizados. Lo único real para ellos es aquella fuerte tempestad.
Este es nuestro primer problema. Cuando estamos viviendo una crisis, el desaliento, miedo y falta de fe nos invade a muchos. No somos capaces de ver que Jesús se nos está acercando precisamente desde el interior de esta fuerte crisis. Nos sentimos más solos e indefensos que nunca.
Jesús les dice las tres palabras que necesitan escuchar: 
« ¡Ánimo! Soy yo. No temáis». Solo Jesús les puede hablar así. Pero sus oídos solo oyen el estruendo de las olas y la fuerza del viento. Este es también nuestro error. Si no escuchamos la invitación de Jesús a poner en él nuestra confianza incondicional, ¿a quién acudiremos?
Pedro siente un impulso interior y sostenido por la llamada de Jesús, salta de la barca y «se dirige hacia Jesús andando sobre las aguas».
Así hemos de aprender hoy a caminar hacia Jesús en medio de las crisis: apoyándonos no en el poder, el prestigio y las seguridades del pasado, sino en el deseo de encontrarnos con Jesús en medio de la oscuridad y las incertidumbres de estos tiempos.
No es fácil. También nosotros podemos vacilar y hundirnos, como Pedro. Pero, lo mismo que él, podemos experimentar que Jesús extiende su mano y nos salva mientras nos dice: «Hombres de poca fe, ¿por qué dudáis?».
¿Por qué dudamos tanto?
Esta crisis no es el final. Él está actuando en esta crisis. Él nos está conduciendo aun en medio de la tormenta. Reavivemos nuestra confianza en Jesús. No tengamos miedo.
Dios les bendiga abundantemente.

2 comentarios:

  1. Amén. Verdaderamente es difícil atender el llamado de Cristo, aunque no imposible. Las fantasías que nos muestra la vida, las cosas hermosas que los medios de comunicación nos muestra, el brillo y lujo que se nos presenta como la meta final para obtener prestigio y éxito solo es eso: distracción para alejarnos del propósito que Dios Padre ha trazado para nosotros. Jesucristo es la entrega de su amor ilimitado e incondicional y mejor aún, ese guía que necesitamos para retomar el camino.

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