TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Vosotros
sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
Ni
se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y
alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de
los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre
que está en los cielos”.
Mateo
5. 14 – 16.
En
muchas porciones de la Biblia se califica a Jesús como La Luz del mundo: Juan
1.9: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”.
Juan 9.5: “Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo”.
Pero
en este pasaje Cristo nos afirma que somos la Luz del mundo, lo que nos
confirma que el creyente tiene la responsabilidad de reflejar la luz de Cristo,
Al igual que la luna no tiene luz propia y por lo tanto, solo refleja la luz
del sol, de la misma manera, no debemos esforzarnos por producir luz propia, en
su lugar, debemos asegurarnos de reflejar la luz de Cristo.
Ser
luz implica, en toda circunstancia, hacerse la pregunta: ¿Qué haría Cristo si estuviera
en mi lugar? Y elegiría la conducta que adoptaría Cristo en dicha circunstancia,
ser luz es obedecer su Palabra.
Para
que alumbre “a todos los que están en casa (oikos) que es una traducción del
griego para describir a los de adentro. Esto nos hace reflexionar la
importancia de ser luz en nuestro propio hogar con nuestra familia, es fácil
adoptar una conducta con extraños y en nuestro propio hogar comportarnos como
no creyentes, tratando mal a nuestra Esposa e hijos.
El
resultado es que ellos sabrán que Dios está en control de nuestras vidas y le
glorificaran cada vez que reciban un beneficio de nuestra buena conducta.
“Así
alumbre vuestra luz delante de los hombres”. (Xenos) que es una traducción del
griego para describir a los de afuera significa: Extraño foráneo, extranjero.
En este caso somos luz cuando con nuestra conducta somos de buen testimonio a
nuestros vecinos, familiares y amigos al grado que nuestro ejemplo es un factor
de motivación para que las personas que no conocen a Dios, estén abiertos al
mensaje del evangelio. Esto implica no ser contenciosos, ser pacientes,
generosos, amables etc.
El
resultado, se nos abrirán puertas al evangelio y Dios será glorificado en la
conversión a Cristo de las personas no creyentes.
Glorifiquemos
a Dios siendo como una luz que esta sobre lo alto, siempre encendida, flamante,
alumbrando, guiando a las personas a Dios.
Dios
les bendiga abundantemente.
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