TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Habrá
tanta maldad que el amor de muchos se enfriará”. Mateo 24. 12
Jesús
está hablando a sus discípulos y dando algunas señales que vendrán antes de su
segunda venida.
Tristemente
no es muy alentador lo que vemos en la sociedad actualidad. En la televisión
vemos programas de adolescentes teniendo relaciones sexuales para ser
populares, aceptando la homosexualidad o lesbianismo como algo bueno, pensando
que los padres son un estorbo para hacer lo que ellos quieren, utilizando drogas
como medio de escape o diversión, atravesando problemas de anorexia y bulimia
al igual que un resfriado o dolor de cabeza. Los programas para niños pequeños,
enseñan que la familia tiene varias formas de ser: con un solo padre o una sola
madre, con un padre y su esposa o con una madre y su esposa.
Debemos
estar atentos ante la transformación que ha tenido la sociedad y cómo
reaccionamos ante ello.
Las
estadísticas sobre los principales problemas que atravesaban los niños en las
escuelas, nos hablan que van en aumento, el mal trato en general en las
escuelas, empujar a los compañeros,
decir groserías, abusos de todo tipo. Sumado a los problemas de hoy en día:
abortos, consumo de drogas, armas, entre otros. Jesús dijo: “Habrá tanta maldad
que el amor de muchos se enfriará”.
A
pesar del ambiente que nos rodea, debemos poner atención y ser conscientes de
la influencia que tenemos en él.
¿Estamos
promoviendo que el amor crezca y se fortalezca o estamos dejando que la maldad
aumente y el amor se enfríe?
En
nuestro círculo más cercano, familiares y amigos, ¿qué testimonio estamos
dando? ¿Somos de los que se ríen con bromas sobre malintencionadas o de doble
sentido, aceptamos que se burlen o critiquen a los demás, pensamos que es
normal que las familias se estén desintegrando como ahora, aceptamos que los
niños estén viendo como normal todo lo anteriormente mencionado?
Todos tenemos parte en el medio que nos rodea y podemos influir para que la Palabra de Dios sea manifestada y podamos vivir diferente.
Todos tenemos parte en el medio que nos rodea y podemos influir para que la Palabra de Dios sea manifestada y podamos vivir diferente.
No
permitamos que la maldad abunde y opaque el amor de los hijos de Dios. Cuidemos
nuestros ojos de lo que ven, cuidemos nuestros oídos de lo que oyen, cuidemos
nuestra boca de lo que dice y sobre todo cuidemos nuestro corazón de la maldad
que hay en el mundo cubriéndola con la única protección efectiva: la Palabra de
Dios.
Dios
les bendiga abundantemente.
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