LECTURA
DIARIA:
Mateo
capítulo 3
Habían
pasado casi treinta años desde el hecho narrado en el capítulo 2.
Ahora Juan el
Bautista aparece en la escena. Su tema era: "Arrepentíos de vuestros
pecados y volveos a Dios".
Juan
era bien distinto a los demás líderes de su época. Mientras muchos eran avaros,
egoístas y dedicados mayormente a ganar la alabanza de la gente, Juan se
preocupaba solo en alabar a Dios. Habiéndose apartado de la maldad e hipocresía
de sus días, vivió en forma diferente para mostrar que su mensaje era nuevo.
Juan no solo predicaba la Ley de Dios, sino que la vivía.
Mucha
gente iba a oír a aquel predicador que vestía ropa excéntrica y se alimentaba
con comida poco común. Algunos iban, probablemente, movidos por la curiosidad y
terminaron arrepintiéndose de sus pecados al oír su mensaje poderoso.
Juan
se valió de acto simbólico que la gente podía ver: el bautismo. El bautismo lo
usaban los judíos para iniciar a los convertidos al judaísmo. De modo que la
audiencia de Juan conocía bien el rito. El bautismo era señal de
arrepentimiento y perdón.
En
el río Jordán los israelitas renovaron su pacto con Dios. En ese mismo lugar
Juan el Bautista los invitó a hacer lo mismo, esta vez a través del bautismo.
Juan
el Bautista criticó a los fariseos por ser legalistas e hipócritas que seguían
al pie de la letra la Ley mientras pasaban por alto su verdadera intención.
Criticó a los saduceos por usar la religión para favorecer su posición
política.
Juan
el Bautista exhortaba a la gente a ir más allá de las palabras y los ritos:
debían cambiar de conducta.
El
bautismo es una señal exterior. Pero la señal incuestionable del
arrepentimiento es la vida cambiada para bien. No es el agua del bautismo lo
que cambia vidas, sino la actitud del corazón. Juan dijo que Jesús bautizaría
con el Espíritu Santo y fuego.
Juan
estaba explicando que el bautismo de Jesús sería mucho más valioso que el suyo,
cuando Jesús se presentó para ser bautizado.
Jesús,
el hombre perfecto, no tenía que bautizarse, pero aceptó el bautismo en
servicio obediente al Padre, y Dios le manifestó aprobación.
En
este pasaje, las tres personas de la Trinidad están presentes y activas. Dios
el Padre habló; Dios el Hijo se bautizó; Dios el Espíritu Santo descendió sobre
Jesús. Dios es uno, pero a la vez es tres personas. Este es uno de los
misterios incomprensibles de Dios.
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