TIEMPO
DE REFLEXIÓN
Mateo
1. 18 – 25
La
historia de José y María nos lleva a sorprendernos.
Iba todo tan bien. La
relación con José estaba en orden. Ya se estaban por casar. Y de pronto… María
no sólo está embarazada sino también en una situación difícil de explicar. Ella
podía incluso llegar a perder no sólo a su futuro esposo sino incluso su vida.
Dios
sorprende a todos, todo el tiempo. Jamás podemos imaginarnos lo que Dios tiene
reservado para nosotros. Especialmente cuando las cosas parecen estar muy mal y
que nosotros no podemos imaginar una salida, en esos momentos, es cuando Dios
obra con mayor fuerza. Dios hace del barro arcilla, hace del dolor una
oportunidad, hace de la muerte una nueva vida, hace de la tristeza una nueva
alegría.
¿Cuántas
veces hemos pasado por momentos tremendamente difíciles sin poder ver una
salida? ¿Cuántas veces la solución apareció de donde menos nos hubiéramos
imaginado?
Esta
capacidad de estar abiertos a la obra de Dios es una actitud fundamental de la
vida cristiana. Sabemos que Dios va caminando con nosotros dos pasos adelante
nuestro. Esta fe nos lleva a estar a disposición de Dios todo el tiempo, sobre
todas las cosas, en esos momentos en que no entendemos que está pasando porque
la situación nos excede totalmente. Esta capacidad de dejarse sorprender por
Dios es fundamental.
Hay
personas que en situaciones críticas han hecho locuras y barbaridades al
dejarse llevar por la desesperación. Han puesto en peligro su vida.
La
desesperación es una mala consejera. La Palabra de Dios nos recomienda siempre
mantener la calma, tener paciencia, por un lado, pero al mismo tiempo, ser
perseverante. No por nada una frase que se repite es: “No tengas miedo”. El
miedo nos lleva a creer que estamos solos, que tenemos que resolver nuestros
problemas solos, que no tenemos salida, que no podemos hacer nada, que ya no
podemos encontrar ninguna solución que, en definitiva, ya está, ya estamos
jugados, no hay más nada que hacer.
La
experiencia de José y María en el evangelio, nos muestran claramente que al
mismo tiempo que nos van cayendo los problemas, Dios, sin que uno se lo pueda
imaginar ya los va usando como tierra
para sembrar sobre ellos.
El
dolor en la Biblia nunca es en vano. Las situaciones difíciles e
incomprensibles para nosotros siempre son una oportunidad de vivir para gloria
de Dios.
Cuando
vemos todo negro y, especialmente, cuando no vemos ninguna salida, la luz de
Dios atraviesa la cualquier situación y trae vida, aun cuando ya no somos
capaces de poder imaginar, que las cosas puedan volver a cambiar.
“Tener
fe es estar seguro de lo que se espera y estar convencido de lo que no se ve“.
(Hebreos 11.1).
Dios
les bendiga abundantemente.
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