LECTURA
DIARIA:
Mateo
capítulo 11
Juan
fue encarcelado por Herodes, el que se había casado en forma ilegal con su
cuñada. Juan criticó en público su pecado.
Al
ser encarcelado, Juan tuvo algunas dudas acerca de si Jesús era el Mesías. Si
el propósito de Juan era preparar a la gente para la venida del Mesías, y si
Jesús lo era en realidad, ¿por qué Juan estaba en prisión, ya que él podía
haber seguido predicando a las multitudes y preparando corazones?
Jesús
contestó las preguntas de Juan refiriéndose a sus actos de sanidad en favor de
ciegos, paralíticos, sordos y leprosos, y a la resurrección de muertos y el
anuncio de las buenas nuevas acerca de Dios. Con estas evidencias, la identidad
de Jesús quedó aclarada.
Jesús
hizo un contraste entre la vida espiritual y física de Juan. De todas las
personas, ningún hombre cumplió el propósito de Dios mejor que Juan. Sin
embargo, en el reino venidero de Dios todos los presentes tendrán una herencia
espiritual mayor que la de Juan porque habrán visto y conocido a Cristo y la
obra que consumó en la cruz.
Juan
no era Elías resucitado, pero cumplió con su rol profético con firmeza,
combatió el pecado y guió a la gente hacia Dios.
Jesús
condenó la actitud de su generación. Dijera lo que dijera o hiciera lo que
hiciera, siempre tomaban la contraria. Eran cínicos y escépticos porque Jesús
condenaba su estilo de vida cómodo, seguro y egocéntrico.
Tiro,
Sidón y Sodoma eran ciudades antiguas con mala reputación. Dios las destruyó
por su maldad. Los habitantes de Betsaida, Corazín y Capernaum vieron a Jesús
en persona y con todo no quisieron arrepentirse de sus pecados ni creer en El.
Jesús dijo que si alguna de aquellas famosas ciudades pecadoras lo hubieran
visto, se hubieran arrepentido. Por el hecho de que Betsaida, Corazín y
Capernaum vieron a Jesús y no creyeron en El, sufrirían un mayor castigo que
las ciudades malvadas que no lo vieron.
Jesús
menciona dos tipos de personas en su oración: los "sabios",
orgullosos de su conocimiento; y los "niños", humildemente receptivos
a la verdad de la Palabra de Dios.
En
el Antiguo Testamento "saber" significa más que conocer. Implica una
relación íntima. La comunión entre Dios Padre y Dios Hijo es fundamental en sus
relaciones.
Para
que otra persona pueda conocerle, Dios tiene que revelársele a través del Hijo.
Un
yugo es un pesado aparejo de madera que se pone sobre dos o más bueyes. Se ata
a cualquier cosa que se quiere que los bueyes arrastren. El "yugo
pesado" que Jesús menciona aquí puede significar, la carga del pecado, o
la carga de las demandas excesivas de los líderes religiosos, o la tiranía de
los gobernantes. Jesús libra a las personas de estas cargas. El descanso que
Jesús promete es paz con Dios, no el que uno tenga que dejar todo esfuerzo. Una
relación con Dios transforma un trabajo cansador y sin sentido en productividad
espiritual con propósito.
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