TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Jesús
le dijo: si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los
pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme”. Mateo 19. 21
Este pasaje es muy conocido. El joven rico llega a preguntarle a Jesús lo que debe hacer para tener la vida eterna. Primeramente Jesús le contesta que con el cumplimiento de los mandamientos. El joven dice: todo esto lo he guardado desde mi juventud, ¿qué más me falta? Y Jesús contesta con el versículo de hoy: cambia tus tesoros de la tierra por tesoros en el cielo y sígueme.
Por un lado, la actitud que tiene este joven, podría ser muy buena al querer mejorar su vida y obtener la vida eterna. Quiere saber qué más puede cambiar y toma la iniciativa de ir con Jesús para preguntar. Por otro lado, Jesús conoce nuestros corazones a la perfección y con su respuesta dejó desnuda su intención de ser una mejor persona u obtener la vida eterna pues al oír las palabras de Jesús, se fue triste.
En
realidad, a esta persona le gustaba demostrar a la gente que era “bueno”, pero en
su interior, lo que él valoraba era en realidad, su dinero.
Jesús en ese momento le pidió, y lo sigue pidiendo hoy: deja los tesoros de la tierra y has tesoros en el cielo. (Mateo 6.19-20).
Jesús en ese momento le pidió, y lo sigue pidiendo hoy: deja los tesoros de la tierra y has tesoros en el cielo. (Mateo 6.19-20).
Lo
que quiere decir es que Dios pide que le entreguemos nuestra vida entera, no a
mitades, no por domingos, no por sentimentalismo ni por necesidades sino por
arrepentimiento, amor a Él, agradecimiento y convicción.
¿Qué
debemos “vender” entonces? Aquello que interrumpe nuestro crecimiento espiritual,
aquello que estorba en nuestra relación con Dios, aquello que nos aleja de ser
mejores hijos de Dios.
Vender
lo que tenemos, significa entregar todo. Estar conscientes que el Señor es
quien da y nosotros administramos, así que, si en algún momento, Dios pide algo
de regreso, nosotros debemos estar preparados para entregar cuentas de ello y
estar contentos por el tiempo que nos permitió disfrutar aquello que nos dio.
La
pregunta que deberíamos hacernos es:
¿Estaríamos dispuestos a “vender” todo lo que tenemos y entregarnos a Dios sin reservas?
¿Estaríamos dispuestos a “vender” todo lo que tenemos y entregarnos a Dios sin reservas?
Dios
les bendiga abundantemente.
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