TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Así
que ustedes deben obedecerlos y hacer todo lo que les digan. Pero no hagan lo
que hacen ellos, porque no practican lo que predican”. Mateo 23. 3
Jesús
les está diciendo a sus discípulos que es necesario que obedezcan a los maestros
y fariseos, pero que pongan mucha atención a su forma de comportarse pues una
cosa es lo que dicen y otra la que hacen.
Es
muy fácil hablar, dar instrucciones y decir esto y aquello, pero qué difícil es
cumplir con lo que se predica.
En
las instrucciones de Jesús vemos que les dice a sus discípulos sobre la
obediencia a las autoridades religiosas en ese momento. A pesar de que Jesús
era buscado todos los días por ellos para ser asesinado y no quisieron
reconocerlo, Él en cambio, siempre respetó e instruyó a que se respetaran. Debemos
respetar a nuestras autoridades tanto espirituales como en el mundo en general.
Muchas
personas descartan la obediencia a una u otra persona por el hecho de que les
han encontrado alguna falta y con ello ya piensan que no deben obedecer. Jesús
nos dejó dicho claramente que una cosa es obedecer y la otra cuestionar a quién
se obedece y a quién no dependiendo de lo que veamos o descubramos en aquellos
que debemos obedecer.
Esto quiere decir que cuando tú obedecemos a cualquier autoridad, primero, estamos obedeciendo a Dios.
Esto quiere decir que cuando tú obedecemos a cualquier autoridad, primero, estamos obedeciendo a Dios.
No
debemos poner pretextos para obedecer. Si bien, las personas pueden tener
faltas, Dios nos dice que obedezcamos y punto. Ahora, es de suma importancia
que sepamos distinguir entre la obediencia y la complicidad.
Debemos
tener muy claro que cuando algo está en contra de Dios, no debemos participar
en ello.
Jesús
les dijo a sus discípulos que tuvieran cuidado de los fariseos pues hacían lo
opuesto a lo que decían. Pero ¿cuidado de qué? De volverse como ellos, de
imitarlos, de juntarse tanto con ellos que comenzaran a hacer lo mismo sin
darse cuenta.
Por último, es importante que en nuestra vida exista siempre una coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. No podemos llevar una doble o triple vida. No existe una vida familiar, otra laboral y otra espiritual. Toda la vida es una misma así como nuestro cuerpo es uno mismo.
Por último, es importante que en nuestra vida exista siempre una coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. No podemos llevar una doble o triple vida. No existe una vida familiar, otra laboral y otra espiritual. Toda la vida es una misma así como nuestro cuerpo es uno mismo.
Comencemos
a alinear cada área de nuestra vida que se encuentra desajustada de la Palabra
de Dios y comencemos a vivir con coherencia entre lo que creemos, hablamos y
predicamos con nuestros hechos.
Dios
les bendiga abundantemente.
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