LECTURA
DIARIA:
Malaquías
capítulo 4
En
el día del juicio, la ira de Dios hacia los malvados será como un horno
ardiente.
Pero será como la calidez sanadora del sol para aquellos que lo aman
y lo obedecen. Juan el Bautista profetizó que con la llegada de Jesús, el
amanecer estaba a punto de romper para alumbrar a los que estaban en la
oscuridad del pecado.
Estos
últimos versículos del Antiguo Testamento están llenos de esperanza.
En
conclusión, el profeta amonesta al pueblo para que se acuerde de la Ley de
Moisés. A continuación viene la promesa de la venida del profeta Elías, antes
evocado como «mi mensajero».
Con
este mensaje profético, y la esperanza de unidad y salvación, concluye el AT.
Malaquías, como Abdías y otros predecesores, ven desde lejos el primer adviento
de Cristo, y la salvación que aguarda a todos los que en él creen. Pero también
vislumbra el Segundo Adviento de Cristo, con el juicio final de los impíos, y
la salvación eterna de los que temen su nombre.
Con
la muerte de Malaquías, la voz de los profetas de Dios permanecería en silencio
durante cuatrocientos años. Luego vendría un profeta semejante a Elías para
anunciar la llegada de Cristo. Ese profeta fue Juan el Bautista. Preparó los
corazones del pueblo para Jesús al instar a la gente a que se arrepintiera de
sus pecados. Esto traería unidad y paz, pero también juicio sobre los que no
quisieran volverse de sus pecados.
Malaquías
cierra sus mensajes señalando el gran día del juicio final. Para todos los que
están dedicados a Dios, será un día de gozo debido a que morarán en la eterna
presencia de Dios. Los que han despreciado a Dios «serán estopa».
El
libro termina con una exhortación y con una promesa. De la obediencia a la
instrucción depende el resultado de la promesa.
Malaquías
termina donde empieza el AT: con la Ley de Moisés.
Pero
Malaquías también termina donde el mensaje del Evangelio del NT empieza: la
llegada de “Elías” que convocará y preparará al pueblo para recibir al Mesías
de Dios.
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