LECTURA DIARIA:
Malaquías capítulo 3
Hay
dos mensajeros en este primer versículo.
El primero por lo general se entiende
que es Juan el Bautista. El segundo mensajero es Jesús, el Mesías, para quien
tanto Malaquías como Juan el Bautista prepararon el camino.
En
el proceso de refinar los metales, éste es calentado con fuego hasta que se
funde. Las impurezas se separan y suben a la superficie. Luego son retiradas,
para dejar el metal puro. Sin calentamiento ni fundición, no habría
purificación. Cuando las impurezas son retiradas de la superficie, la imagen
del metalúrgico aparece en una superficie lisa y pura.
Aunque
el Señor condena las acciones hipócritas, corruptas e inmorales de su pueblo,
hay esperanza porque Dios nunca deja de ser quien es: Yo Jehová no cambio
(versículo 6). El Señor es fiel a las promesas del pacto y no abandonará a su
pueblo. De ahí que los exhorte: Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros
(versículo 7)
Malaquías
instó al pueblo a que entregara sus diezmos, y que dejara de quedarse con lo
que pertenece a Dios. El sistema del diezmo comenzó durante el tiempo de
Moisés. Los levitas recibían una parte del diezmo debido a que no podían tener
posesiones de tierra. Durante los días de Malaquías, los diezmos no eran
utilizados para mantener a los obreros de Dios, así que los levitas iban a
trabajar para ganarse el sustento. Todo lo que tenemos proviene de Dios; así
que cuando no queremos regresarle a El parte de lo que nos ha dado, le robamos.
La
paciencia de Dios parece inagotable. A lo largo de la historia, su pueblo ha
desobedecido, e incluso se ha burlado de sus leyes; pero siempre Él ha estado
dispuesto a aceptarlos, si se arrepienten. Sin embargo, aquí todavía se atreven
a decir que nunca lo han desobedecido.
Israel
se mostraba negligente hacia sus relaciones con el Dios del pacto al
defraudarlo en los diezmos y ofrendas; ello dio lugar al juicio retributivo;
Dios emplaza a Israel a una rectificación probando su fidelidad en esta
cuestión. Si presentan todos los diezmos, él abrirá las ventanas de los cielos
(enviará las tan necesarias lluvias) y reprenderá al devorador (destruirá las
langostas que devoran las cosechas)
El
alfolí (granero) era un lugar en el templo donde se guardaban granos y otros
alimentos donados como diezmos. Los sacerdotes vivían de estas donaciones.
Dios
recordará a todos aquellos que permanecen fieles a Él, lo aman, temen, honran y
respetan.
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