lunes, 28 de enero de 2019

Tiempo... Mateo 21. 31b - 32



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de ustedes hacia el reino de Dios. Porque Juan fue enviado a ustedes a señalarles el camino de la justicia, y no le creyeron, pero los recaudadores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. E incluso después de ver esto, ustedes no se arrepintieron para creerle”. 
Mateo 21. 31b – 32



Jesús estaba explicando una parábola de dos hijos en la cual, el padre les pide que vayan a trabajar al viñedo: el primero dice que no irá pero al arrepentirse va, mientras el segundo dice que irá pero nunca va.
Jesús habló y nos habla sobre la hipocresía y el falso concepto de uno mismo. Los recaudadores de impuestos eran personas sumamente odiadas o vistas como traidores por el pueblo judío pues trabajaban para Roma y muchas veces cometían injusticias junto con corruptelas hacia su propio pueblo.
Este es un llamamiento a cada uno de nosotros para entender nuestro propio pecado, nuestras propias faltas y nuestra necesidad de ser perdonados al igual que cualquier otro pecador. Necesitas la misma misericordia que aquellos a los que consideramos “peores” que nosotros.
Si bien, hay pecados con diferentes consecuencias, el pecado en sí, nos separa de Dios.
En los tiempos del pasaje, los judíos veían con desdén a los recaudadores de impuestos y a las prostitutas, por ello, cuando Jesús les dijo estas palabras, quedaron sin ningún argumento a su favor para seguir sintiéndose “buenas personas”. Su pecado quedó expuesto en la totalidad y entendieron que sus parámetros de bueno o malo, no son los que utiliza Dios.
Tengamos cuidado de no sentirnos “menos pecador” que otras personas, tengamos cuidado de no juzgar al prójimo, sino orar por él y por sus faltas, tengamos cuidado de pensar que Dios no necesita perdonarnos mucho, como a otros que conocemos. Tengamos cuidado de menospreciar la misericordia tan grande que tiene Dios con cada uno de nosotros.
Somos pecadores. Esta es nuestra naturaleza caída. Gracias al amor, misericordia y sacrificio de Jesús podemos tener relación con el Señor, no por ningún mérito propio.
En el relato el segundo hijo dice que obedecerá y no lo hace, mientras el primero se arrepiente y sí lo hace. Hoy en día, muchos piensan que pueden hacer lo mismo con Dios. Saben que deben obedecer, dicen que sí pero al momento de actuar prefieren no hacer nada. Piensan que pueden posponer la obediencia o que no es el momento para cambiar su vida. Tengamos cuidado de no caer en esta situación pues tenemos una gran probabilidad de nunca hacerlo. No dejemos pasar más tiempo y obedezcamos a Dios. Reconozcamos nuestras faltas y comencemos una vida distinta, una vida plena y con propósito.
Dios les bendiga abundantemente.

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