TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“El reino de los cielos también es semejante a
una red barredera que se echó en el mar, y recogió peces de toda clase; y
cuando se llenó, la sacaron a la playa; y se sentaron y recogieron los peces
buenos en canastas, pero echaron fuera los malos.
Así será en el fin del
mundo; los ángeles saldrán, y sacarán a los malos de entre los justos, y los
arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes”.
Mateo
13. 47 – 50
Los
que oyeron a Jesús cuando contó esta parábola estaban muy familiarizados con el
hecho de poner redes grandes, y por supuesto que algunos de ellos eran
pescadores, atrapan peces de todas las variedades, mientras el agua, abundando
en peces, pasaba libremente a través de ella.
Ellos
sabían lo que era arrastrar una red de ese tipo hasta la orilla, sentarse luego
en la playa y seleccionar los peces. Los peces comestibles y los vendibles eran
echados en baldes o barriles, los demás eran descartados pues para nada
servían.
Así
también el evangelio de la salvación provista por Dios por medio de la fe en
Cristo está constantemente “pescando” hombres.
Dios
actúa sin ningún tipo de discriminación, despliega su acción con todos. Por
eso, al igual que lanza su semilla en todo tipo de terreno, lanza la red al
mar, donde hay todo tipo de peces. A Él lo que le interesa es que su amor
llegue a todos.
Pero
el estar en la red, no significa que ya
pertenezcamos al Reino de los cielos, es decir, que ya seamos uno de los de
Jesús, pues en la red hay de todo, peces buenos y peces malos. Y, al igual que
en la parábola de la cizaña, llegará un momento, el día del juicio, en el que
el Señor separará los peces buenos de los malos.
Dios,
a través de su mensaje, nos brinda vida y esperanza, pero su Palabra es clara y
requiere de nosotros obediencia.
La
decisión de seguir a Jesús implica permanencia en Él, y no en un lugar o en un
grupo.
Permanecer
en Cristo, es un cambio de vida, lo que
cuenta no son las palabras o las etiquetas que llevemos puestas (soy
cristiano), sino los hechos, el vivir de acuerdo a las enseñanzas de Jesús. No
es cuestión de cumplir un código ético, sino de vivir el evangelio que,
obviamente, tiene consecuencias éticas.
Por
tanto, lo que Mateo nos dice es que no basta con que nos digamos cristianos (estar
en la red), sino que lo importante es ser de los peces buenos, no porque seamos
mejores que los demás, sino porque intentamos seguir a Jesús.
Cada
momento en nuestra vida tenemos la oportunidad de elegir entre lo bueno y lo
malo, entre el bien y el pecado.
Cristo
quiere que nos demos cuenta de esta realidad y que valoremos el gran premio
para la eternidad.
La
prioridad de los cristianos no es vivir vidas cómodas o vidas felices, la
prioridad de los cristianos es vivir vidas santas, ser como Cristo en otras
palabras, y la gran mayoría de las veces cumplir este propósito duele a la
carne pero trae beneficio eterno.
Dios
les bendiga abundantemente.
Amen
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