LECTURA
DIARIA:
Mateo
capítulo 23
Las
tradiciones de los fariseos y sus interpretaciones y aplicaciones de la ley
llegaron a ser tan importantes como la ley misma.
El problema surgió cuando los
líderes religiosos tomaron las normas hechas por el hombre con tanta seriedad
como las leyes de Dios, al decir a la gente que debían obedecerlas, sin
incluirse ellos mismos, al obedecer las reglas no para honrar a Dios sino para
sobresalir.
Jesús
no condenó lo que enseñaban, sino lo que eran, hipócritas.
Las
filacterias eran cajas pequeñas de cuero, contenían versículos de la Escritura.
Los fariseos las portaban porque decían que la gente debe llevar la Palabra de
Dios tal como decía Deuteronomio 6.8, y otros pasajes similares, cerca de su
corazón y ellos lo interpretaron en forma literal. Pero estas pequeñas cajas
que también usaban para orar llegaron a ser más importantes por el nivel social
que otorgaban que por la verdad que contenían.
Jesús
otra vez puso al descubierto la hipocresía de los líderes religiosos. Conocían
las Escrituras pero no vivían de acuerdo a las mismas. No se preocupaban por
ser santos, sino por verse santos a fin de recibir la admiración de la gente y
su alabanza.
Jesús
desafió las normas de la sociedad. Para El, la verdadera grandeza surge del
servicio, es lo que se obtiene cuando uno se entrega para servir a Dios y a los
demás.
Los
líderes religiosos eran los más conocidos, poderosos y respetados de todos los
líderes. Jesús lanzó su punzante acusación porque el hambre de poder, dinero y
posición de aquellos líderes los había llevado a perder de vista a Dios, y su
ceguedad se esparcía por toda la nación. Los convertidos de los fariseos eran
atraídos al fariseísmo, no a Dios. Por haberse enfrascado tanto en los detalles
de sus leyes tradicionales y regulaciones, habían perdido de vista al que las
leyes señalaban: Dios.
Los
fariseos colaban el agua de manera que no pudieran accidentalmente tragarse un
mosquito, insecto impuro de acuerdo a la ley. Eran muy meticulosos en cuanto a
los detalles del ceremonial de limpieza al grado que perdieron su perspectiva
de lo que es la pureza verdadera. Por fuera, limpios en lo ceremonial; por
dentro, corruptos en sus corazones. Jesús condenó a los fariseos y a los líderes
religiosos por aparentar santidad en lo exterior y mantener en su interior
corrupción y codicia.
Los
profetas, sabios y escritores que serían enviados quizás fueron los líderes en
la iglesia primitiva que fueron heridos, azotados y algunas veces crucificados,
como Jesús lo predijo. Los contemporáneos de Jesús dijeron que no actuarían
como sus padres, dando muerte a los profetas que Dios les había enviado, pero
estuvieron dispuestos a dar muerte al Mesías y a sus seguidores fieles. Por
esta razón todo el juicio a través de los siglos recaería sobre sus cabezas.
Jesús
da un breve resumen de los mártires del Antiguo Testamento. Abel fue el primer
mártir (Génesis 4); Zacarías fue el último (porque la Biblia hebrea terminaba
con 2 Crónicas). Zacarías fue el clásico ejemplo de un hombre de Dios que moría
a manos de los que decían ser el pueblo de Dios.
Jesús
quiso juntar a su pueblo así como la gallina protege sus polluelos bajo sus
alas, pero no se lo permitieron.
Jerusalén
era la capital del pueblo escogido de Dios; la ciudad ancestral de David, el
más grande rey de Israel; y el lugar donde estaba el templo, la morada terrenal
de Dios. Debía ser el centro de adoración al verdadero Dios y un modelo de
justicia para toda la gente, pero Jerusalén llegó a ser una ciudad ciega a Dios
e insensible a las necesidades humanas.
Aquí
podemos ver la profundidad de los sentimientos de Jesús por los perdidos y por
su ciudad amada, que muy pronto sería destruida.
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