UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
¿QUÉ
SON LAS EMOCIONES?
Rabia,
alegría, tristeza, frustración, etc., todas estos son sentimientos que en algún
momento del día podemos llegar a sentir.
Evidentemente, hay una emoción que
queremos sentir todos y es aquella que se relaciona con la alegría, el gozo, y
la felicidad.
Hay
quienes hacen de la búsqueda de esta felicidad la razón de su vida. Hay quienes
piensan que esta es inalcanzable y simplemente bajan los brazos antes de
luchar. No faltan tampoco quienes creen que la vida está sazonada con diversos
matices y que lo mejor es aprovechar estos momentos de felicidad cuando los
mismos llegan pero mejor no anhelarlos para evitar una frustración.
No
obstante, sea cual fuere nuestra actitud frente a este tipo de emociones, no
cabe duda de que también existen otras que por lo general no son muy queridas:
La tristeza, el dolor, al angustia, la decepción, etc. Quizás el más opuesto al
de la felicidad sea el de la tristeza. La ira, el rencor, y muchos más, suelen
luchar por estar presentes en nuestro corazón algún momento.
Meditemos
un poco acerca de las emociones a la luz de la Palabra de DIOS.
Quizás
lo más importante sea diferenciarlas de otra palabra que por lo general suele
ser usada como sinónimo: Sentimiento.
Es
muy común creer que las palabras emociones y sentimientos son intercambiables.
La verdad es que estos dos términos son muy distintos y expresan realidades muy
contrarias.
El
sentimiento, básicamente es una sensación de moderada intensidad y que es
perdurable en el tiempo. El amor, la felicidad y la simpatía serían un
par de ejemplos.
La
emoción. Esta por el contrario una sensación de gran intensidad y corta en
el tiempo.
De
esta última dice el D.R.A.E. (Diccionario de la Real academia Española:
Alteración
del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta
conmoción somática.
Así
pues, durante el día, podemos sentir una gran variedad de emociones que se
suceden una a otra. O quizás una mezcla de emociones que muchas veces no
sabemos describir.
Despertarnos
tarde y recordar que teníamos una cita importantísima y sentir rabia contra el
despertador que no sonó. Salir apresurados y sentir rabia porque no pasa el
transporte que necesito.
Sentir
alegría al llegar al lugar y ver que nuestra cita llega justo después que
nosotros. Sentir frustración en la noche porque nos informan que algo que
habíamos planeado no logra concretarse.
Así,
frente a cada nueva circunstancia que vivimos nuestro ser puede experimentar
una nueva emoción que nos altera por completo.
En
definitiva, reaccionamos ante las circunstancias que debemos vivir a cada
instante y lo hacemos por medio de las emociones. En determinados momentos nos
pueden ayudar a salir de lugares peligrosos como cuando sentimos temor frente a
un auto que se dirige contra nosotros.
A
veces, nuestras emociones están fundadas en la verdad, y a veces son
"falsas" ya que se basan en premisas erróneas. Por ejemplo, si
creemos falsamente que DIOS no está en control de las circunstancias de
nuestras vidas, podemos experimentar las emociones de miedo, desesperación o
ira, basado en esa falsa creencia.
Independientemente,
las emociones son poderosas y reales para aquel que las está sintiendo. Y las
emociones pueden ser indicadores útiles de lo que está sucediendo en nuestros
corazones.
Es importante que aprendamos acerca del manejo de las emociones, en lugar de permitir que nuestras emociones nos manejen. Por ejemplo, cuando nos sentimos enojados, es importante ser capaz de parar, identificar que estamos enojados, examinar nuestros corazones para determinar por qué estamos enojados y, luego, proceder de una manera que agrade a DIOS.
Es importante que aprendamos acerca del manejo de las emociones, en lugar de permitir que nuestras emociones nos manejen. Por ejemplo, cuando nos sentimos enojados, es importante ser capaz de parar, identificar que estamos enojados, examinar nuestros corazones para determinar por qué estamos enojados y, luego, proceder de una manera que agrade a DIOS.
Las
emociones que están fuera de control, no suelen producir resultados que honren
a DIOS: "Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios" (Santiago
1.20).
Dios
les bendiga abundantemente.
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