LECTURA
DIARIA:
Amós
capítulo 4
Este
capítulo parece consistir de una serie de sermones cortos pronunciados en
distintas ocasiones.
Las
esposas de los hombres prominentes de Samaria son comparadas con las vacas que
pastaban en las verdes llanuras de Basán.
Estas
mujeres egoístamente presionaron a sus esposos para que oprimieran a los
indefensos y poder suplir las necesidades de su estilo de vida de derroche.
Cuídese de no desear tanto las posesiones materiales porque pueden llegar a
oprimir a otros y a desplazar a Dios para obtenerlas.
Sarcásticamente,
Amós invitó al pueblo para que pecara en Bet-el y Gilgal en donde adoraba
ídolos en vez de a Dios. En Bet-el, Dios había renovado el pacto, que una vez
hizo con Abraham, y con Jacob. Ahora Bet-el era el centro religioso del reino
del Norte, y Jeroboam había colocado un ídolo ahí para desalentar al pueblo a
que viajara a Jerusalén, en el reino del Sur, para adorar. Gilgal fue el primer
campo donde se reunieron para adorar antes de entrar a la Tierra Prometida.
Aquí Josué renovó el pacto y el rito de la circuncisión, y el pueblo celebró la
Pascua. Saúl fue coronado como primer rey de Israel en Gilgal.
El
pueblo amaba las formalidades y el ritual, pero esto no era lo que Dios quería.
Una
serie de «desastres naturales» (hambrunas, sequía, pérdidas de cosechas,
plagas, guerras, calamidades naturales de distinto tipo) fueron utilizados por
Dios para alertar al pueblo de su pecado, pero ello no había dado resultado.
Sin
importar la forma en la que Dios le advirtió al pueblo, por medio del hambre,
la sequía, las plagas, las langostas y la guerra, todavía seguían ignorándolo.
Como los israelitas se negaban a recibir el mensaje de Dios, tendrían que
vérselas con El cara a cara en el juicio. Ya no pasarían más por alto a Dios;
tendrían que enfrentarse al Único que rechazaron, al que no quisieron obedecer
cuando les ordenó que cuidaran a los pobres.
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