LECTURA
DIARIA:
Joel
capítulo 3
La
frase «en aquellos días» se refiere al momento en que todos los que clamen al
Señor serán salvos.
Dios no solo bendice a los creyentes con todo lo que
necesitan: los bendecirá también al destruir el mal y al acabar con el dolor y
el sufrimiento en la tierra. Esta profecía tuvo un cumplimiento inmediato,
progresivo y final. Su interpretación inmediata se puede aplicar a la batalla
reciente del rey Josafat en contra de varias naciones enemigas, incluyendo Moab
y Amón. Su cumplimiento progresivo pudo ser la restauración parcial del pueblo
en su tierra después del cautiverio en Babilonia. El cumplimiento final vendrá
en la gran batalla que precede al reino del Mesías sobre la tierra.
Joel
comienza con una profecía acerca de la destrucción de la tierra, y termina con
una profecía acerca de su restauración. Comenzó recalcando la necesidad de
arrepentimiento, y terminó con la promesa de perdón que trae el
arrepentimiento. Joel estaba tratando de convencer al pueblo para que
despertara, se deshiciera de su displicencia y se percatara del peligro de
vivir apartados de Dios.
Según
la palabra de Jehová, los pueblos paganos sufrirían las consecuencias de sus
actos. Realmente experimentarían lo mismo que habían hecho a otros pueblos
(versículo 7). Ellos también serían vendidos como esclavos a los sabeos, a una
nación distante (versículo 8). Este es un mensaje con autoridad, tiene la
certeza de cumplirse porque es Dios quien lo ha pronunciado.
Los
versículos 9-15 proyectan la imagen de lo que pudiera considerarse como “la
última batalla” entre Jehová y las naciones enemigas de Israel. El problema es
decidir si la descripción debe tomarse como una batalla militar literal
(versículo 9), o si solo señala el hecho del juicio final, apocalípticamente
hablando (versículo 12). Todo parece indicar que es esto último lo que el
profeta tiene en mente; mayormente si se toma como base el hecho de que no hay
nada que los ejércitos humanos puedan hacer en contra de Jehová, el Dios
Todopoderoso.
La
figura que se usa para hablar de la extremada maldad de las naciones paganas, y
por lo cual serán juzgadas, es la de una cosecha: Meted la hoz, porque el grano
ya está maduro (versículo 13). La abundancia del vino se aplica al hecho de que
mucha es la maldad de ellos. Ambas son figuras de juicio. El pensamiento
general también puede ser que las naciones paganas ya están listas (“maduras”)
para la siega; es decir, ser juzgadas. Así, las multitudes están en el valle de
la decisión, lugar donde Dios dará su veredicto final (versículo 14). En el pensamiento
profético de Joel, esta es la mayor expresión del día de Jehová, el cual ya
está presente, es inminente no necesariamente cercano. El versículo 15 expresa
poéticamente lo que el día de Jehová significará para esas naciones paganas:
¡juicio!
Los
últimos versículos en el libro de Joel (versículos 18-21) subrayan algunas de
las abundantes bendiciones que Dios tiene reservadas para su pueblo. Cada uno
de los aspectos aquí descritos son clave para lo que pudiera considerarse como
la restauración del pacto entre Dios e Israel.
La
Biblia nos habla de Dios como un “fuego consumidor”, pero también como un
“Padre de misericordia”. Joel nos presenta con una maestría impresionante estas
dos verdades eternas. La descripción del juicio a través de la plaga de langostas
es vista como una desolación apocalíptica. Sus efectos sobre el consumo del
fruto de la tierra deja al lector perplejo y con una sensación de temor y
reverencia frente al descargo de su ira. Pero luego que el profeta anuncia,
también con una maestría elocuente, las promesas de restauración y perdón, y el
futuro derramamiento del Espíritu, el lector entra en un “culto” de adoración y
acción de gracias porque sus “misericordias son más grandes que los cielos”.
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