LECTURA
DIARIA:
Amós
capítulo 3
Sucesivos
oráculos estarán específicamente dirigidos contra Israel para poner en
evidencia su pecado y el juicio de Dios.
Oíd
esta palabra es la fórmula utilizada por Amós para proclamar el mensaje divino,
específicamente destinado a los hijos de Israel
Dios
escogió a Israel para que fuera el pueblo por medio del cual otras naciones del
mundo lo conocerían a Él. Hizo esta promesa a Abraham, padre de los israelitas.
Israel no tuvo que hacer nada para que fuera el escogido; Dios le dio este
privilegio especial porque así quería hacerlo, no porque se merecieran un trato
especial. La soberbia por su posición privilegiada, sin embargo, endureció el
corazón de Israel para cumplir con la voluntad de Dios y con el compromiso
hacia los demás.
Amós
formula una serie de preguntas retóricas que involucran conocidas relaciones de
causa-efecto (versículos 3-6), destinadas a atraerse el ánimo de la gente, y
sentar las bases para una explicación (versículos 7, 8) de sus terribles
predicciones.
Amós
demuestra cómo dos sucesos pueden interrelacionarse, y usa para ello una serie
de preguntas retóricas. Una vez que, el primero de los eventos suceda, el
segundo lo seguirá. Amós estaba demostrándoles que la revelación de Dios a él
era una señal segura de que el castigo sobrevendría.
Dios
mismo enviaría el desastre a Israel. Asdod era una ciudad filistea y el lugar
donde se encontraba el templo de Dagón, un dios pagano.
Aun
en su ira, Dios es misericordioso; siempre le advirtió a su pueblo por medio de
los profetas antes de castigarlo.
Amós
describió a Filistea y Egipto como testigos de los grandes pecados de Israel.
Aun los vecinos más perversos de Israel fueron testigos del castigo de Dios
sobre los pecados de Israel.
Israel
se había olvidado cómo obrar correctamente. Mientras más pecaban, más difícil
les resultaba recordar lo que Dios quería.
El
enemigo que se acercaba era Asiria que conquistó a la nación y reaccionó como
Amós predijo. Dispersaron al pueblo entre las naciones extranjeras y se ubicaron
a los extranjeros entre estas naciones para mantener la paz. Los líderes de
Israel robaron a sus conciudadanos indefensos y ahora ellos mismos estaban
indefensos ante los asirios. Amós agregó que aunque trataran de arrepentirse,
sería demasiado tarde. La destrucción sería total y no quedaría nada de valor.
El
pastor salvaba lo que podía probar al dueño del animal que una bestia salvaje
se lo había llevado, que él no lo había robado o vendido. De la misma manera,
sólo un pequeño remanente de los ricos de Samaria escaparían.
La
gente prominente (versículo 9) es llamada a testificar contra Israel. Casa es
la palabra clave en estos versículos. La casa de Jacob: los israelitas; Bet-el:
la casa de Dios (versículo 14); la casa de invierno, la casa de verano, las
casas de marfil (versículo 15). Tanto la mansión como el templo serán
destruidos.
El
castigo que Dios emitió sobre los altares de Israel mostró su rechazo hacia el
sistema religioso tan contaminado que tenía el pueblo. Los cuernos del altar
simbolizaban protección y los altares falsos pronto desaparecerían. El
santuario, la protección y el refugio del pueblo desaparecerían en breve cuando
llegara el castigo.
El
versículo 10 describe una condición espiritual muy pobre. El pueblo se había
extraviado tan lejos de Dios que no sabía hacer el bien. De tantos años de
pecado ya no le queda conciencia alguna. Sencillamente no eran capaces de
distinguir entre lo bueno y lo malo.
El
versículo 11 habla de un adversario que va a rodear el país y a saquearlo. No
se sabe si Amós tenía a Asiria en mente o no; lo cierto es que el juicio de
Dios caerá sobre la sociedad pecaminosa.
El
versículo 12 no se refiere al “remanente” como término mesiánico sino solamente
que se quedarán unos pocos como muestra de que una vez Israel era una nación
del Medio Oriente.
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