UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
¡CUIDADO
VIENEN LOS FALSOS PROFETAS!
La
Biblia indica claramente que al final de nuestra era surgirá
una oleada de falsos profetas.
Serán
hombres obstinados y orgullosos, que quizás afecten la vida de creyentes.
Con
el paso del tiempo surgirán muchos falsos maestros empeñados en alejar a
personas sinceras de la verdadera obra de DIOS. Siempre ha sido así.
El apóstol Pablo tuvo que hacer esta advertencia a los ancianos de Éfeso: “Sé
que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no
perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen
cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hechos 20.29-30). Y el mismo Jesús también nos advirtió: “Guardaos de los
falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro
son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los
espinos, o higos de los abrojos…? Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7.15-16, 20)
Pablo
le advirtió a Timoteo que reiterara la “sana doctrina”, diciéndole: “Te rogué
que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos
que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías
interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es
por fe, así te encargo ahora. Pues el propósito de este mandamiento es el amor
nacido de corazón limpio y de buena conciencia y de fe no fingida” (1 Timoteo 1.3-5)
Las
doctrinas verdaderas afirman los mandamientos de Dios basados en el amor y el servicio. Todo ministro verdadero de
Jesucristo hace énfasis en este modo de vida. Los verdaderos
ministros de Cristo muestran humildad y hacen todo lo que pueden por animar y
servir al pueblo de DIOS.
El
apóstol Pedro en su primera carta les dijo a los ministros supervisados por él
que no ejercieran “señorío sobre los que están a vuestro cuidado”,
sino que fueran “ejemplos” para los fieles (1 Pedro 5.3).
Luego prosiguió: “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos,
sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios
resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la
poderosa mano de Dios, para que Él os exalte cuando fuere tiempo” (vs. 5-6).
En
los tiempos apostólicos, cuando uno de los primeros
profetas falsos comenzaba a engañar a la gente, dice la Biblia que
ese individuo andaba “haciéndose pasar por algún grande” (Hechos 8.9)
La gran
rebelión final contra DIOS estará encabezada por un individuo orgulloso y
obstinado, “el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama DIOS o es
objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de DIOS como DIOS, haciéndose
pasar por DIOS” (2 Tesalonicenses 2.4)
Por
tanto, cuando un individuo, cualquiera que sea, pretenda “nombrarse
apóstol” o proclamarse “profeta”, ¡tengamos cuidado! DIOS nos
advierte una y otra vez: “El que se enaltece será humillado y el que se humilla
será enaltecido” (Mateo 23.12);
vea también Lucas 14.11; 18.14 )
Para
triunfar en el camino a la vida eterna, recordemos siempre la magnífica
descripción del verdadero cristianismo en esta frase del apóstol
Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive
Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo
de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2.20)
Antes
de aceptar las enseñanzas de cualquier “profeta” o “apóstol”, hagámonos estas
preguntas: “¿Estará esta persona influyendo en mí para que el verdadero Cristo
de la Biblia viva su vida en mí por medio del Espíritu Santo?
O, ¿hace falta algo?”
¡Lo
que “falta” puede marcar la diferencia entre vida eterna y muerte eterna!
Jesucristo nos advirtió: “Vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno
tome tu corona” (Apocalipsis 3.11)
Dios
les bendiga abundantemente.
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