LECTURA
DIARIA:
Jonás
capítulo 3
Jonás
había huido de Dios, pero recibió una segunda oportunidad de participar en la
obra de Dios.
Dios no reprende al profeta sino sencillamente le repite la orden
que le había dado antes. Jonás ya sabía que era imposible huir de la presencia
de Dios. No estaba de acuerdo con el mandato de Dios pero no había otra
alternativa. Por lo menos aprendió esto en el estómago del gran pez. Dios pidió
algo un poco distinto del primer encargo. Ya no era predicar contra la ciudad
sino proclamar el mensaje que Dios le diera en el momento oportuno. Jonás no
tenía que preparar un mensaje; Dios iba a darle el sermón para Nínive.
Jonás
debía predicar solo lo que Dios le decía. Era un mensaje de condenación contra
una de las ciudades más poderosas del mundo.
A
pesar de su maldad, la gente de Nínive fue receptiva al mensaje y se
arrepintieron inmediatamente.
Proclamaron
un día de ayuno, un período de tiempo apartado para meditar y orar.
El
mensaje de juicio de Dios siempre busca el arrepentimiento y la reconciliación.
El arrepentimiento de Nínive hizo posible que se manifestara la misericordia de
Dios.
El
pueblo pagano de Nínive creyó el mensaje de Jonás y se arrepintió. El pueblo de
Israel había escuchado muchos mensajes de los profetas, y no habían querido
arrepentirse. El pueblo de Nínive solo escuchó una vez el mensaje de Dios.
Jesús dijo que en el juicio, los hombres de Nínive se levantarán y condenarán a
los israelitas por su falta de arrepentimiento.
El
versículo 10 es de suma importancia porque nos enseña que Dios escucha las
oraciones de cualquier pueblo y observa sus acciones al dejar su mal camino
para seguirlo. La misericordia de Dios se extiende a cada habitante de este
planeta.
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