domingo, 18 de noviembre de 2018

Leyendo... Abdías capítulo 1



LECTURA DIARIA:
Abdías capítulo 1

Edom era el vecino de Judá ubicado al sur y compartían una frontera común.
Los vecinos no siempre son amigos y Edom no quería tener nada que ver con Judá. Su capital en ese tiempo era Sela (tal vez haya sido luego la ciudad de Petra). Sela se consideraba una ciudad impenetrable porque estaba en un acantilado y cerca de un cañón al que solo llegaba por un camino estrecho. Las cosas que Edom consideraba como fortaleza de esta ciudad constituyeron su ruina, la seguridad en la ciudad, Dios los haría bajar desde las alturas; la soberbia por su autosuficiencia, Dios los humillaría; la riqueza, los ladrones robarían todo lo que tuvieran; los aliados, Dios haría que se volvieran contra Edom; la sabiduría, todo sería destruido.
La soberbia esun pecado que Dios juzga, y que dará lugar al fatal error de cálculo de Edom, el cual se vanagloria de su posición y se burla de sus enemigos. Edom cree que está seguro en las hendiduras de las peñas, pero su confianza en las fortalezas terrenales se demostrará vana.
Los edomitas se sentían seguros y orgullosos de su autosuficiencia. Pero se engañaban debido a que no hay seguridad perdurable apartados de Dios.
Edom sería completamente «despojado» de sus riquezas. Aún sus tesoros escondidos, cosas valiosas escondidas por los edomitas entre las rocas, serán saqueados. El país quedará completamente arrasado.
Los edomitas pudieron haber sido sabios en los caminos del mundo, pero fueron tontos porque ignoraron y se burlaron de Dios.
Aquel día es el día del juicio del Señor, un día que anticipa la destrucción de todos los enemigos de Dios. La reputación de la sabiduría de Edom estaba ampliamente extendida, pero debido a una ironía de la historia, sus sabios le fallaron. Todos ellos juntos no podían igualar la sabiduría y la obra de Dios. Dios no pronunció estos juicios severos en contra de Edom por venganza sino para ejercer justicia. Dios es moralmente perfecto y demanda justicia y rectitud perfectas. Los edomitas simplemente estaban obteniendo lo que se merecían. Debido a que asesinaron, serían asesinados. Debido a que robaron, sufrirían robos. Debido a que se aprovecharon de los demás, se aprovecharían de ellos.
Abdías no estaba hablando solamente de la caída de esta nación en particular, sino que personificaba en Edom a todos los enemigos del pueblo de Dios. Como tales habrían de ser históricamente barridos cuando llegara el Día del Señor.
Edom estaba contento de ver a Judá en problemas. Su rencor los llevó a querer ver destruida a la nación. Por esta mala acción, Dios borró a Edom.
El «Día de Jehová» es un término utilizado por los profetas del Antiguo Testamento para indicar un tiempo en la historia humana cuando Dios interviene directamente a fin de traer salvación a su pueblo y castigo a los rebeldes. Ese día, Dios restaura su orden de justicia en la tierra. Los términos «en aquel día» y «el día» también se utilizan como sinónimos de la expresión más extensa: el «Día de Jehová».
Los edomitas que invadieron Jerusalén bebieron y festejaron en el santo monte tras el saqueo de la ciudad, profanando la Tierra Santa. Ahora todas las naciones serán obligadas a beber de la amarga copa del juicio divino. La autoridad del Señor no puede ser burlada sin pagar las consecuencias. Beberán hasta desaparecer, hasta llegar a ser como si no hubieran sido.
La contrapartida del juicio de Dios sobre sus enemigos es la bendición de sus elegidos. El lugar de la profanación, el monte Sion, será de nuevo santificado. Todos los que escaparon a la destrucción inicial, el remanente, se reunirán otra vez en la sagrada ciudad a fin de recuperar sus posesiones, de reclamar lo que legalmente les pertenece por decreto de Dios.
La profecía alcanza su clímax en la línea final: el reino será de Jehová. Lo que se busca no es la mera exaltación de Israel, ni la destrucción de Edom, sino que toda la tierra y toda la humanidad se coloquen bajo la autoridad del único Dios verdadero.
Es decir, todas las expectativas quedan superadas por la esperanza de que el “Reino será de Jehová”, a quien corresponde la soberanía de la historia de las naciones y del universo total. Para Abdías solo con la destrucción de Edom, símbolo de los poderes terrenales que se levantan contra Dios, podría la restauración ser completada y ser inaugurado el reino escatológico de Dios, ya que el gobierno del Dios soberano relativiza todos los poderes terrenales.

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