LECTURA
DIARIA:
Amós
capítulo 7
En
dos ocasiones se le mostró a Amós una visión del castigo inminente de Israel, y
su respuesta inmediata fue orar para que Dios perdonara la vida de Israel.
Tres
de las cinco visiones de Amós. Las primeras dos, las langostas y el fuego, son
visiones piadosas porque en ellas Amós intercede ante Dios para que modifique
sus intenciones. La tercera visión, de la plomada, no tiene este carácter.
Una
plomada de albañil era un instrumento utilizado para verificar si una pared
estaba derecha. Una pared que no está derecha a la larga se derrumbará. Dios
quería que su pueblo fuera recto con El; quería que el pecado que nos tuerce
fuera retirado de inmediato. La Palabra de Dios es la plomada que nos ayuda a
estar conscientes de nuestro pecado.
Los
profetas como Amós a menudo eran vistos como traidores debido a que hablaban en
contra del rey y de sus consejeros, cuestionando su autoridad y exponiendo sus
pecados. El rey vio al profeta como enemigo en vez de verlo como alguien que
estaba tratando de ayudarlo a él y a la nación.
Amasías
era el jefe de los sacerdotes en Bet-el, representaba la religión oficial de
Israel. No le importaba escuchar el mensaje de Dios; solo estaba preocupado por
su propia posición. El mantener su cargo era más importante que escuchar la
verdad.
Amós
está en Bet-el, porque Dios le ordenó ir allí. Ahí era donde tenía que estar,
no en Judá. Debía profetizar al pueblo de Israel , no a la gente de Judá. La
autoridad reside en el Señor, no en Amasías, y Amós debía obedecer al Señor.
Sin
ninguna preparación, educación ni crianza especial, Amós obedeció el llamado de
Dios: «Vé y profetiza a mi pueblo Israel».
Amós
no deja de profetizar, sino que repite el mensaje del castigo que caerá sobre
Israel. Esta vez el juicio está dirigido contra la familia de Amasías, no
contra la casa de Jeroboam.
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