LECTURA
DIARIA:
Joel
capítulo 2
Un
cuerno llamado «sofar» se utilizaba para anunciar la inminencia de algún
peligro, como aquí, y para convocar a una asamblea, como en el versículo 15.
Sion es la cumbre de la montaña-templo donde el Señor fue entronizado. El día
de Jehová.
Joel
todavía estaba describiendo los efectos devastadores de la plaga de langostas.
La crisis era grave. Sin embargo, Joel dio a entender que la plaga de langostas
era solo la precursora de una crisis mucho mayor si el pueblo no se volvía de
sus pecados.
El
llamado al luto y al arrepentimiento es similar al del capítulo 1.
Dios
dijo al pueblo que se volviera a Él mientras todavía había tiempo. El tiempo
corría y la destrucción pronto les vendría encima.
Como
el pecado y el juicio habían tocado a todos, desde los ancianos hasta los
niños, así también debía suceder con el arrepentimiento; hasta el novio y la
novia debían interrumpir sus esponsales.
La
promesa de salvación y bendiciones del versículo 18 (sin ninguna referencia de
tiempo) profetiza una era en que serán satisfechas tanto las necesidades
materiales como espirituales.
El
ruego que aparece en versículo 17 parece que ha sido respondido y que la
restauración de Israel ha comenzado
Aquí
la profecía de Joel cambia dramáticamente, y pasa de profetizar castigo de Dios
a anunciar derramamiento del perdón y bendición de Dios. Esto sucedería solo si
el pueblo buscaba vivir de la manera que Dios quería que lo hiciera,
renunciando a sus pecados. Donde hay arrepentimiento hay esperanza. Esta
sección del libro alimenta esa esperanza. Sin esta esperanza la profecía de
Joel solo traería desesperación. Esta promesa de perdón debió haber alentado al
pueblo a arrepentirse.
Joel
contrasta el temor al castigo de Dios (2.1) con el gozo de la intervención de
Dios (2.21). El pecado acarreará castigo en el Día del Señor, y solo el perdón
de Dios brindará regocijo.
Las
refrescantes lluvias, que renuevan la fertilidad de la tierra agotada,
prefiguran el derramamiento del Espíritu Santo, que trae consigo la renovación
espiritual (versículos 28-32).
Dios
sí promete que después del día final de castigo, su pueblo nunca más
experimentará esta clase de desastre.
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