LECTURA
DIARIA:
Oseas
capítulo 14
Los
versículos 1-3 son un llamado de Oseas al arrepentimiento. Los versículos 4-8
son una promesa de Dios de restaurar a su pueblo.
Dios debía castigar a Israel
por sus graves y repetidas violaciones a su Ley, sin embargo, lo hace con
pesar. Hubiera preferido restaurar a la nación y hacerla prosperar.
El
pueblo podía regresar a Dios y pedirle que perdonara sus pecados.
Oseas
usa una serie de ejemplos de diferente naturaleza para mostrar cómo Dios
restaurará a su pueblo, haciéndole florecer (como lirio), dándole estabilidad
(raíces como los cedros del Líbano), fragancia (como de vino) , embelleciéndolo
(su gloria como la del olivo) . Entonces el mismo Dios promete ser un lugar de
refugio eterno (como la haya verde).
La
última parte de estas últimas palabras de Oseas trae lo que es más
sorprendente. Si Israel se arrepintiera, entonces Dios salvaría a su pueblo. La
sorpresa no es que Dios los sanaría o los amaría; más bien, reside en los
términos que Dios utiliza para describirse.
En
los versículos 5 al 8 Dios se describe a sí mismo con dos símiles: como el
rocío y como el ciprés verde. Las dos figuras son una adaptación del lenguaje
del baalismo y muestran la hermenéutica audaz de Oseas de aplicar los símbolos
del baalismo al Dios de Israel. Declaran que Dios es el Señor y que solamente
el Señor es quien puede proveer la fecundidad en cada aspecto de la vida.
El
rocío puede ser la diferencia entre la vida y la muerte en el desierto. Dios es
esta diferencia, y solamente mediante su presencia divina Israel crecerá. Las
figuras del lirio, (el cedro de) Líbano, y el olivo son metáforas que se
utilizan en la poesía de amor (¡ver Cantares!). El lirio blanco de Galilea
simboliza belleza y fertilidad, y las raíces del cedro de Líbano simbolizan
poder y permanencia. El olivo, que puede vivir y producir fruto por mil años,
también es un símbolo de fertilidad y permanencia. Israel tendrá en Dios todo
lo que buscó en vano en Baal.
El
versículo 7 anticipa el símil del versículo 8 cuando habla de la sombra de
Dios.
El
último versículo del libro de Oseas forma una conclusión de todo el libro.
Afirma que el libro es la palabra de Dios que muestra los caminos rectos del
Señor no solo a Israel sino también a todos que lo leen con fe. Este texto
aclara que la persona que entiende la profecía de Oseas cambiará tanto su
actitud como sus acciones. Vivir en relación con Dios consiste en aprender los
caminos del Señor y poner en práctica lo que se aprende.
Debemos
recordar que el versículo 9 presenta un desafío a toda generación para hacer
esta actualización del mensaje de Oseas. No es la palabra de Dios solo cuando
Oseas la predicó a Israel, el reino del Norte; ni se limitó su aplicación a
Judá en el próximo siglo. El NT utiliza a Oseas, y la contextualización que
hace el apóstol Pablo merece atención. Pablo cita a Oseas dos veces: en Romanos
9.25-26 y en 1 de Corintios 15.55. En cada caso hace una reinterpretación
radical, lo que hace aún más profundo el mensaje del profeta.
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