LECTURA
DIARIA:
Miqueas
capítulo 4
El
monte de la casa de Jehová puede considerarse una referencia al reino
espiritual de Dios, que Miqueas dice que vendrá en los postreros tiempos,
término que se refiere a la época venidera del Mesías, unos setecientos años
después de Miqueas.
La ley significa aquí «instrucción» o «enseñanza» y no es
un término técnico para referirse al código mosaico.
La
frase, «en los últimos días», describe los días cuando Dios reinará sobre su
reino perfecto. Será una era de paz y bendición, cuando la guerra terminará
para siempre. No podemos fijar con exactitud su fecha, pero Dios ha prometido
que llegará.
Los
versículos 9-13 hablan del cautiverio de Babilonia en el año 586 a.C., incluso
antes de que Babilonia llegara a ser un imperio poderoso. De la misma forma que
Dios promete un tiempo de paz y prosperidad, también promete castigo y castigo
para todos los que se nieguen a seguirlo. Ambos resultados son seguros.
Andar
cada uno en el nombre de su dios alude a la identificación que se ha producido
con esa deidad. Como los seres humanos dependen de sus dioses, tratan de
imitarlos y no se avergüenzan de asociar sus nombres a ellos o confesarse sus
seguidores. Los fieles proclaman con todas sus fuerzas que el único Dios
verdadero es su Dios, el Señor (Jehová) .
Sion
era la colina que en Jerusalén constituía el lugar favorito de David y el lugar
de su morada real. Al sustituir el todo por la parte más gloriosa de la ciudad,
Sion llegó a representar a toda Jerusalén
Miqueas
predijo el final de los reyes, una declaración drástica para Judá que pensaba
que su reino duraría para siempre. Y dijo que Babilonia destruiría la tierra de
Judá, que se llevaría cautivo al rey, pero que luego Dios ayudaría a que su
pueblo regresara a su tierra. Todo esto sucedió tal y como Miqueas lo
profetizó. Estos hechos están registrados en 2 de Crónicas 36.9-23 y Esdras 1;
2.
La
profecía de Miqueas sobre la deportación de Judá a Babilonia se cumplió en el
586 a.C. La profecía sobre su liberación o redención, mencionada aquí, se
cumplió.
Cuando
Dios revela el futuro, su propósito va más allá de la satisfacción de nuestra
curiosidad. Quiere que cambiemos nuestro comportamiento presente por lo que
conocemos del futuro.
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