viernes, 16 de noviembre de 2018

Un momento... EL YUGO DE LA POBREZA



UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
EL YUGO DE LA POBREZA

Los gobiernos se han esforzado desde hace siglos por eliminar la maldición de la pobreza pero han tenido muy poco éxito.

Los programas de asistencia social brindan ayuda pasajera, pero a la vez suelen promover una mentalidad que enseña a los beneficiaros a esperar que el gobierno supla todas sus necesidades. Los activistas sociales denuncian y protestan por más planes para atender a los pobres pero pocos plantean soluciones prácticas.
La mayor parte de los esfuerzos humanos por quitar el yugo de la miseria han fracasado porque no llegan a las raíces del problema. La redistribución del ingreso, o sea quitarles dinero a los ricos y dárselo a los pobres, no va a resolver el problema. Es una estrategia que acentúa el estado de dependencia de las mayorías pobres.
Las economías de planificación centralizada, tampoco han resuelto el problema, y han llevado al estancamiento económico. Las economías de libre mercado pueden generar mucha riqueza, pero un mercado libre que no se base en principios morales fuertes simplemente premia a los codiciosos y conduce a un "capitalismo salvaje", cuyo resultado es acentuar más la brecha entre ricos y pobres.
La Biblia plantea el asunto de un modo diferente, dándole importancia a las actitudes básicas que determinan lo que el hombre hace. Es interesante el siguiente comentario de un profesor de negocios: "Salir de la pobreza… no requiere la formación de capital a gran escala sino un cambio de actitud".
Las Escrituras señalan como una causa de la pobreza, la actitud negligente e irresponsable, que carece de iniciativa y no traza planes para el futuro. (Proverbios 6.6-11;21.13;24.30-34)
Otra causa son las decisiones impulsivas e imprudentes. (Proverbios 21.5)
Pero fundamentalmente, la Palabra de DIOS indica que la pobreza se debe en gran parte al trato injusto y a la opresión de los pobres por parte de personas ricas, codiciosas y a menudo desalmadas.
Los profetas de DIOS han advertido que la injusticia social, la opresión de los pobres y el llevar una vida de lujos desatendiendo las necesidades de los pobres son cosas que despiertan la ira de DIOS (Jeremías 7.5-7; Amós 4.1-3; 5.11-13; Malaquías 3.5)
DIOS destruyó la pecadora ciudad de Sodoma no solamente por sus perversiones sexuales (Génesis 19.4-7) sino también por otras razones importantes. Leemos que "esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso". (Ezequiel 16.49)
Tanto la Biblia como la historia indican que el egoísmo, la inequidad y los actos de opresión económica se extendieron en la antigua Israel cuando los israelitas se olvidaron de DIOS y dejaron de lado las leyes e instrucciones que él había dado a Moisés. Entre esas instrucciones había pautas específicas para proteger a los pobres y necesitados. Dios le dijo a Moisés: "Cuando prestares dinero… al pobre que está contigo, no te portarás con él como prestamista, ni le impondrás usura. Si tomares en prenda el vestido de tu prójimo, a la puesta del sol se lo devolverás". (Éxodo 22.25-26) También le dijo a Moisés: "Y cuando tu hermano empobreciere… tú lo ampararás… No le darás tu dinero a usura, ni tus víveres a ganancia" (Levíticos 25.35-37. Y más aún, DIOS dijo: "Cuando haya en medio de ti menesteroso… no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite" (Deuteronomio 15.7-8). Estas instrucciones prohíben explotar a los pobres y a los trabajadores bajo contrato y advierte a los más prósperos que deben tratar con generosidad a los menos afortunados.
Las instrucciones bíblicas sobre la protección de los pobres reflejan el pensamiento de DIOS. Muchos pasajes de las Escrituras muestran que DIOS tiene muy en cuenta a quienes a quienes opriman, exploten o desatiendan a los pobres.
Las leyes del Antiguo Testamento son principios eficaces encaminados a prevenir algunos de los problemas más grandes que hoy aquejan al mundo, entre ellos la explotación de mano de obra barata, la brecha creciente entre ricos y pobres y los problemas del hambre.
Cada 50 años se declaraba un año de jubileo (Levíticos 25.8-17). En el año de jubileo, todas las tierras que se hubiesen vendido regresaban a sus propietarios originales. Este principio hacía imposible la concentración de la tierra en manos de unos pocos ricos  (Isaías 5.8I). Cuando DIOS estableció la nación de Israel la tierra se repartió en partes más o menos iguales entre las tribus y familias. (Números 26. 52-56)
DIOS quiso que esta igualdad fundamental se prolongara, y de allí su orden de devolver todas las tierras a sus propietarios originales cada 50 años.
En Levíticos 19.9-10 habla de leyes sobre la cosecha. No se podían segar los bordes de los campos sino que estos debían dejarse para que los pobres también tuvieran algo que cosechar.
Además, DIOS fijó un sistema de diezmos para atender a las necesidades espirituales y físicas de su pueblo. El primer diezmo, diez por ciento de los ingresos, era para mantener a los sacerdotes y levitas, que eran los dirigentes espirituales, maestros y administradores civiles de la nación. Un segundo diezmo lo retenía el jefe de cada hogar para celebrar las fiestas anuales (Deuteronomio 14.23-26). Un tercer diezmo se pagaba en los años tercero y sexto de cada ciclo de siete años para mantener a las viudas, los huérfanos y los pobres (Deuteronomio 14.28-29).
De esta manera DIOS dispuso un sistema organizado para velar por los necesitados. El máximo que pagaría un individuo anualmente por concepto de diezmos sería el 20 por ciento (puesto que el segundo diezmo siempre lo retenía el individuo para usarlo durante los días santos). Comparemos esto con los regímenes de impuestos actuales. Sería un cambio muy bueno para muchos que hoy pagan sumas mucho mayores a gobiernos despilfarradores.
Si estas leyes y los principios se aplicasen a todos los pueblos del mundo, los principios bíblicos se convertirían en la plataforma y base estructural de un sistema económico que transformaría al mundo.
 A medida que se pusieran en práctica estas instrucciones, terminarían la explotación de los pobres, empezará a desaparecer la brecha entre ricos y pobres, y se levantaría el yugo de la pobreza.
Los verdaderos cristianos son llamados a prepararse para cambiar el curso de la historia cuando Jesucristo regrese a la tierra. Es así como se va a quitar por fin el yugo de la pobreza, y es entonces cuando los oprimidos finalmente quedarán libres. Esta es la buena noticia y la verdadera esperanza para el futuro.
Dios les bendiga abundantemente.

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