LECTURA
DIARIA:
Jeremías
capítulo 40
El
tema de los capítulos 40 al 42 abarca las profecías pronunciadas por Jeremías a
aquellos que se quedaron en la tierra, a los que no fueron llevados cautivos a
Babilonia.
De acuerdo con el Bosquejo presentado en la introducción, estos
capítulos constituyen la quinta división de este libro de Jeremías.
En
estos tres capítulos encontramos, pues, a Jeremías hablando a aquellos que
fueron dejados en la tierra de Judá después de la destrucción de Jerusalén. Se
trataba de personas muy pobres, y había ciegos, minusválidos, cojos, y otro
grupo que podría ser llamado elemento criminal, un grupo de gente dura.
Jeremías escogió quedarse con la gente de la tierra. Él tenía un mensaje para
ellos.
Nabucodonosor
le permitió a Jeremías hacer lo que él quisiera. Él podía haber ido con los
cautivos a Babilonia pero, curiosamente, no quiso hacerlo. Si él hubiera ido,
habría recibido privilegios especiales, pero Jeremías no habría soportado ver
sufrir a sus hermanos de raza como cuando se lamentarían junto a los canales de
Babilonia, cuando colgaran sus arpas y lloraran al recordar a Sion. Así que
Jeremías no quiso ir con ellos. Habían rechazado su mensaje, y le habían
rechazado a él. Jeremías eligió permanecer en las tierras de Judá con el
remanente pobre que quedó allí.
Recordemos
que Jeremías recomendó encarecidamente que se rindieran a Nabucodonosor. Si
hubieran obedecido a Dios y se hubieran ido por su propia voluntad, no habrían
sido hechos cautivos. Probablemente habrían recibido el mismo tipo de trato que
Jeremías recibió de Nabucodonosor, y probablemente se les habría permitido
quedarse en la tierra.
Gedalías, gobernador designado de Judá, no escuchó las
advertencias sobre una conspiración de parte de Ismael, hizo caso omiso a las advertencias
de asesinato. Quizás Ismael, descendiente de David, se enojó porque no lo
tuvieron en cuenta para el liderazgo.
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