LECTURA
DIARIA:
Jeremías
capítulo 38
Jeremías
recomendó una y otra vez la rendición, y esto se consideraba peligroso por los
consejeros reales pro-egipcios Gedalías , Jucal y Pasur, quienes le pidieron al
rey que lo condenara a muerte.
Los
funcionarios pusieron otra vez a Jeremías en una cisterna para matarlo. Una
cisterna era un gran hoyo en la tierra revestido de piedras para recolectar el
agua de lluvia. El fondo debe haber sido oscuro, húmedo y, en este caso, lleno
de lodo. Jeremías pudo haberse ahogado, morir por abandono o de hambre dentro
de ella. Los líderes de Judá persiguieron a Jeremías en repetidas ocasiones por
proclamar fielmente los mensajes de Dios.
Para
escuchar quejas y resolver litigios el rey se sentaba en la puerta de Benjamín.
Esto le permitió a Ebed – melec acercarse al rey con una queja.
La
puerta de Benjamín era una de las entradas de la ciudad de Jerusalén donde se
trataban los asuntos legales. Cuando escuchó de la situación de Jeremías, fue
inmediatamente a lidiar con esta injusticia.
Sedequías
hizo traer de nuevo a Jeremías, quien siguió invocando la rendición. Como
Sedequías temía a quienes ya habían desertado y a los oficiales de la corte,
continuaba vacilando.
Los
funcionarios querían información precisa, pero no la verdad de Dios. Querían
utilizar esta información en contra de Dios, de su profeta y del rey. Sin
embargo, Jeremías dijo a los príncipes solo lo que el rey le ordenó que dijera.
No debemos callar la verdad de Dios a los demás, pero debemos ocultar la que se
usará para dañar al pueblo de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario