LECTURA
DIARIA:
Jeremías
capítulo 16
Este
capítulo describe el día de desastre que se aproximaba. Comienza mostrando la
soledad de Jeremías.
Era un paria social debido a sus duros mensajes y a su
estilo de vida célibe. No debía casarse, ni tener hijos, ni tomar parte en
funerales ni banquetes. Este capítulo concluye con otra súplica para evitar el
juicio al volverse a Dios. Sin embargo, el pueblo no hizo caso a las palabras
de Jeremías y la primera ola de destrucción vino casi de inmediato, en 605 a.C.
La segunda vino en 597 a.C. y Judá quedó totalmente destruida en 586 a.C.
Como
señal del inminente desastre que vendría sobre Judá, a Jeremías se le prohibió
tomar mujeres o tener hijos.
Dios
le ofrecen instrucciones especiales a Jeremías sobre la forma como debe vivir y
el mensaje que debe predicar.
De
acuerdo con la Ley, a los israelitas les estaba prohibido rasgarse o raerse los
cabellos, costumbres prevalecientes en las culturas de los pueblos paganos
vecinos.
A
quienes guardaban luto se les proporcionaba generalmente la comida.
En
la cultura de Jeremías era inconcebible no mostrar el dolor públicamente. La
ausencia de duelo indicaba cuán completa sería la devastación del pueblo.
Morirían tantos que sería imposible celebrar rituales de duelo para todos.
Jeremías
debía evitar tanto celebraciones festivas como funerales.
A
Jeremías se le pidió que no participara de fiestas ni otras actividades alegres
a fin de expresar cuán en serio Dios tomaba el pecado de la nación. En ambos
casos (no manifestar en público su dolor o gozo) la vida de Jeremías era para
llamar la atención e ilustrar la verdad de Dios.
Esperanza
y seguridad aparecen en medio del castigo y la destrucción, porque el regreso a
casa de Israel se promete como un nuevo éxodo desde los países donde Dios los
ha dispersado.
El
regreso del pueblo del cautiverio iba a ser tan trascendental que sería aún más
importante que el éxodo de Egipto. A pesar de la gran obstinación de su pueblo,
Dios mostraría una vez más su gran misericordia.
Los
niños pequeños piensan que si no nos ven, no podemos verlos a ellos. El pueblo
de Israel pudo desear que con solo cerrar los ojos se ocultara de Dios. A pesar
de que cerraron sus ojos a sus caminos de maldad, sus pecados sin duda no
quedaron ocultos ante Dios. No se puede engañar al que lo ve todo.
En la
oración que hace Jeremías en el versículo 19, se acerca a Dios con tres nombres
descriptivos: fortaleza, fuerza y refugio. Cada uno nos da una visión un poco
diferente de cómo Jeremías experimentó la presencia de Dios, y a su vez es una
descripción de seguridad y protección.
Un
rayo de esperanza para los gentiles que se volverán a Dios cuando descubran la
falsedad de los ídolos. Dios les instruirá y conocerán su nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario