jueves, 26 de julio de 2018

Leyendo... Jeremías capítulo 36



LECTURA DIARIA:
Jeremías capítulo 36

Antiguamente, muchos no podían leer ni escribir, por lo tanto, los que podían hacerlo eran muy valiosos. Estos escribas ocupaban puestos de gran importancia y se respetaban mucho por su conocimiento.
Baruc era el escriba de Jeremías, debe atribuirse a Baruc la redacción del texto escrito de Jeremías, quien debe haber sido el editor de la versión final.
La escritura se realizaba a menudo sobre pergamino o en hojas de papiro que se cosían o pegaban entre sí y se guardaban en los llamados rollos de pergamino. Después del cautiverio, los escribas se volvieron maestros de la Ley. En la época del Nuevo Testamento, los escribas formaban un partido político poderoso.
Un tema en que se hace énfasis una y otra vez es el de que si el pueblo se arrepiente y se vuelve de los caminos del mal, Dios no lo castigará como ha prometido. Por lo general, cuando Dios se enfrenta a su pueblo, el castigo desempeña un papel educativo y no punitivo. Al final, sin embargo, cuando se rechazan constantemente la gracia y la misericordia divinas, el acto punitivo se hace inevitable.
No se sabe por qué Jeremías fue excluido del templo, pero debe haber sido por sus actuaciones anteriores allí. Por esa causa Jeremías pidió a su escriba, Baruc, a quien le dictó el rollo, que lo leyera al pueblo que se reunía allí.
El día de ayuno, una gran multitud abarrotaría el templo el día de ayuno. Este se proclamaba en tiempos de grandes dificultades y no en una fecha fija
El año quinto y el mes noveno marcan la fecha de diciembre del 604 a.C. Cuando había alguna emergencia nacional, a menudo se hacía un llamado a días de ayuno (donde la gente se abstenía de comer para mostrar humildad y arrepentimiento). Babilonia iba destruyendo ciudad tras ciudad y cercaba a Jerusalén. Cuando el pueblo llegó al templo, Baruc les dijo cómo podían prevenir la tragedia inminente. Pero se negaron a escuchar.
Después que Micaías escuchó a Baruc, leyó el rollo y le pidió que lo leyera de nuevo ante varios príncipes, quienes quedaron impresionados y quisieron informarle a Joacim. Al advertir una reacción desfavorable por parte del rey, aconsejaron a Jeremías y a Baruc que se escondieran.
En fuerte contraste con la reacción del rey Josías, quien rasgó sus vestidos cuando escuchó la Palabra de Dios, Joacim rasgó el rollo de la profecía y trató de destruir la Palabra de Dios.
Solo tres líderes protestaron por esta acción perversa de quemar el rollo que contenía la Palabra de Dios. Esto muestra cuán complaciente e insensible se volvió el pueblo hacia Dios.
Tras la destrucción del rollo por Joacim , se le ordenó a Jeremías tomar otro rollo y escribir todas las palabras primeras con comentarios adicionales sobre Joacim.
Joaquín, el hijo de Joacim, fue rey por tres meses antes de que lo llevaran en cautiverio, pero esto no lo califica como para «ocupar el trono de David», una expresión que implicaba permanencia. Joacim no aseguró una dinastía. Sedequías, el siguiente gobernante, era el tío de Joaquín. Por lo tanto, terminó la línea de reyes humanos descendientes de David.

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