LECTURA
DIARIA:
Jeremías
capítulo 21
Jeremías
denuncia a los dirigentes de Judá, a los falsos profetas, y a la gente
pecadora. Los líderes de Judá, que tenían la máxima responsabilidad por la
conducta de la nación son los primeros en ser denunciados.
Los
capítulos 21-28 narran los mensajes de Jeremías concernientes a los ataques de
Nabucodonosor a Jerusalén entre 588 y 586 a.C. El rey Sedequías decidió
rebelarse en contra de Nabucodonosor y los nobles aconsejaron que se aliara con
Egipto. Jeremías pronunció juicio sobre los reyes y sobre los falsos profetas
por llevar al pueblo por el mal camino.
Pasur
vino al profeta buscando ayuda. Dios aún tenía trabajo para Jeremías.
Sedequías
quería una intervención milagrosa de Dios como en tiempos de Ezequías.
Pero
la palabra para Sedequías no fue buena: Entregaré a Sedequías. Una profecía que
se cumplió en el capítulo 52.8-11, 24-27.
La
palabra para el pueblo era similar: “Así ha dicho Jehová: Yo pongo delante de
vosotros camino de vida y camino de muerte. El que quede en esta ciudad morirá
por la espada, el hambre o la peste; pero el que salga y se pase a los caldeos
que os tienen sitiados, vivirá, y su vida le será por botín, porque mi rostro
he puesto contra esta ciudad para mal y no para bien, dice Jehová; en manos del
rey de Babilonia será entregada, y él le prenderá fuego”.
Aquí la alternativa es rendirse y vivir, o
quedarse en la ciudad y morir. La mayoría de la gente decidiría
equivocadamente. De todas formas, Jerusalén sería destruida.
El
rey debía hacer juicio; si no cumplía su misión sería castigado.
Jerusalén
estaba construida sobre una meseta con valles en tres de sus lados. Sus
habitantes creían estar seguros debido a su ubicación estratégica.
Jeremías
predijo la destrucción de Jerusalén. Los líderes de la ciudad rechazaron su
palabra y se burlaron de sus advertencias. En su desesperación, el rey
Sedequías se volvió a Dios para pedirle ayuda, pero sin reconocer las
advertencias de Dios ni admitir su pecado.
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