LECTURA
DIARIA:
Jeremías
capítulo 32
Jeremías
compra un terreno en Anatot el pueblo natal del profeta, de su primo
Hanameel, como una señal de que Dios restaurará a su pueblo en la
tierra, y que todo regresará a la normalidad. El año décimo y el año decimoctavo
es el 587 a.C.; mientras Jerusalén estaba bajo sitio, pero antes de que fuera
destruida.
Jeremías había sido apresado por Sedequías y permaneció preso en el patio de la cárcel hasta la caída de Jerusalén.
Ante
la compra se hacía una copia de la transacción en papiro, se enrollaba y se
sellaba para impedir que alguien la alterase. La copia abierta podía ser vista
por cualquiera.
Jeremías
dió la escritura de compra a Baruc quien era escriba y amigo de Jeremías. Los
documentos fueron colocados en una vasija de barro para preservarlos.
Evidencias de estas prácticas han sido halladas en Elefantina, al sur de Egipto
y en el área desértica cercana al Mar Muerto.
Jeremías
estaba prisionero en el palacio. Sin embargo, daba muestras de su fe en las
promesas de Dios de regresar a su pueblo y reconstruir Jerusalén.
Dios
le había dicho a Jeremías: «Porque así dice el Señor de los ejércitos, el
Dios de Israel: ‹De nuevo se comprarán casas, campos y viñas en esta tierra».
Esta palabra encierra el tema central de este capítulo; la acción de Jeremías
le daría derecho a la tierra cuando se normalizaran las condiciones.
Jeremías
le dice al Señor: «¡Ah, Señor Dios! He aquí, tú hiciste los cielos
y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido; nada es imposible para
ti,
La
confianza no surge fácilmente. No fue sencillo para Jeremías comprar
públicamente una tierra que el enemigo capturó. Pero confió en Dios.
Jeremías
ora expresando la omnipotencia, omnisciencia y prodigios realizados por
Dios en favor de Israel, mientras se pregunta por qué debe comprar la heredad
en aquellas circunstancias, cuando la ciudad está a punto de caer en manos de
sus enemigos.
Después
que Jeremías compró la heredad, comenzó a preguntarse si había actuado con
sabiduría. Buscó alivio de las dudas que lo asaltaban a través de la oración.
En esta oración, Jeremías afirmó que Dios es Creador, el Juez sabio de
todos los caminos de los hombres y el Redentor.
En
respuesta a Jeremías, Jehová asegura al profeta que él es un Dios para el
cual nada es imposible. Se refiere a la situación que atravesaba la ciudad, le
recuerda los pecados de idolatría cometidos por Israel desde su juventud, su
intención de castigar a los pecadores habitantes de Jerusalén a espada, a
hambre y a pestilencia y, por último, le promete la restauración de la tierra
El
gesto de Jeremías al comprar el terreno de su primo simbolizaba las condiciones
normales que prevalecerían después del exilio, cuando las heredades se
comprarán por dinero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario