LECTURA DIARIA:
Jeremías capítulo 25
Este
capítulo se divide en dos secciones: versículos 1-14 sirve de conclusión al
juicio sobre Judá, prediciendo 70 años (el término de una vida) de desolación;
y versículos 15-38 sirve de introducción a las profecías contra las naciones
vecinas.
El año cuarto de Joacim y el año primero de Nabucodonosor, 605 a.C.,
es el año en que Nabucodonosor derrotó al faraón Necao de Egipto en Carquemis.
Jeremías
dio este mensaje en 605 a.C., año en el que Nabucodonosor subió al poder. Desde
el versículo 3 aprendemos que el comienzo del ministerio de Jeremías fue en 627
a.C. Predijo los setenta años de cautiverio veinte años antes de que comenzara.
Jeremías
se enfrentó al rechazo al predicar el mensaje de Dios por tanto tiempo, pero
debido a que entregó su vida a Dios, continuó proclamando el mensaje: «Volveos
ahora de vuestro mal camino y de la maldad de vuestra obras». A pesar de la
respuesta del pueblo, Jeremías no se rindió.
Jeremías
recuerda 23 años de predicación dirigida al pueblo para que se arrepienta, pero
ellos rehusaron prestar atención. Por lo tanto, Dios utilizará a Nabucodonosor
como su instrumento para castigar a Judá: el pueblo será llevado al exilio
durante 70 años, y entonces el propio rey de Babilonia será castigado.
El
juicio que Jeremías debe proclamar de parte de Dios al pueblo, se describe
utilizando varias imágenes convencionales, rugirá, dará su voz, canción de
lagareros cantará, Jehová tiene juicio (la escena de un tribunal), y espada.
He
aquí, el mal va de nación en nación, y una gran tempestad se levanta de los
confines de la tierra.
Los
gobernantes (pastores y mayorales ) de las distintas naciones estarán temerosos
y confundidos a causa de la feroz ira divina.
Se
manda a Jeremías a tomar la copa del vino de este furor de manos de Dios y hacer
que todas las naciones beban de él como castigo por sus transgresiones. Judá,
el pueblo de Dios, será juzgado primero, y le seguirá el resto de las naciones,
empezando por Egipto y terminando por Babilonia.
Judá
no sería la única nación que bebería la copa de la ira de Dios. Jeremías
enumeró otras naciones malvadas que lo experimentarían a manos de Babilonia.
Finalmente, la misma Babilonia sería destruida por sus pecados.
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