sábado, 25 de agosto de 2018

Leyendo... Ezequiel capítulo 7



LECTURA DIARIA:
Ezequiel capítulo 7

En el capítulo 7, Ezequiel predice la destrucción de Judá. Los malvados y los soberbios obtendrán lo que se merecen.

La nación de Judá confiaba en su propia prosperidad y posesiones en vez de confiar en Dios. Por lo tanto, Dios planeó destruir las bases de su prosperidad.
El juicio es severo y abarcador. Nadie escapa de él, porque la espada espera en los campos y la pestilencia y el hambre consumirán a quien se halle dentro de la ciudad.
Plata y oro carecen de valor en tiempos de sitio, ya que no hay nada que se pueda comprar. Esto es especialmente así en el día del furor de Jehová, ya que las riquezas no salvarán a nadie. Por el contrario, ella ha sido tropiezo para su maldad.
El pueblo de Dios permitió que su amor al dinero lo llevara al pecado y por esto Dios lo destruiría. El dinero tiene el extraño poder de conducir a la gente hacia el pecado. Pablo dijo que «raíz de todos los males es el amor al dinero».
Dios dio al pueblo oro para decorar el templo, pero lo utilizaron para hacer ídolos.
El templo de Jerusalén sería profanado por los babilonios, cuando Dios le retirara su protección (apartaré de ellos mi rostro).
El pueblo de Jerusalén se vanaglorió en sus construcciones. El templo mismo fue una fuente de vanagloria. Esta soberbia sería aplastada cuando los malvados e impíos babilonios destruyeran las casas y lugares santos de Jerusalén.
Quebrantamiento tras quebrantamiento, los rumores empeoraban la situación.

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