lunes, 12 de marzo de 2018

Un momento... USEMOS EL DISCERNIMIENTO


USEMOS EL DISCERNIMIENTO.

Satanás está interesado en que se lo ignore, en que no se lo identifique. Siempre se pregunta: ¿Cuántos creen que el diablo existe? Todos decimos que sí, que creemos, pero eso no cambia las cosas. El asunto es discernirlo.
Cuando Cristo comenzó a desarrollar su ministerio. Entre las cosas que hizo, fue revelar el modo operativo de satanás. Abrir una nueva visión del mundo espiritual. Cuando los discípulos empezaron a ver este operar del diablo y empezaron a ver demonios, dice que vinieron saltando, eufóricos, a verlo a Jesús. –“¡Se nos sujetan los demonios!-“.
Ellos habían leído Jeremías, habían leído el Pentateuco, pero nunca vieron a Abraham reprender un demonio, nunca vieron a Moisés hacer lo mismo.
Jesús vino y les abrió un nuevo panorama de la realidad del mundo espiritual que existía mucho antes de que el hombre fuese puesto en la tierra.
Eso fue lo que les causó tanta emoción a ellos. Y Jesús los tuvo que detener y decirles: “¡Eso no es todo! ¡Regocíjense de que vuestro nombre esté escrito en el libro de la vida!”
Esos son los principios espirituales de Jesús. Ese es el evangelio de Jesucristo.
Ellos se emocionaron tanto porque un nuevo mundo se les abrió. Y cada vez que un nuevo mundo, que una nueva visión se abre, se corre el riesgo de que la iglesia caiga en excesos. Porque pasa de no creer casi en nada, a ver demonios por todas partes. ¿Se le arruinó un neumático de su automóvil en la carretera? ¡Espíritu de pinchadura! Caemos en un misticismo que se va mucho más allá de los límites naturales para un creyente que es el de ser místicos. Jesús vino a revelar al diablo, y les mostró un mundo nuevo, pero también les ordenó mantener la mesura y, esencialmente, el equilibrio.
Siempre hubo endemoniados, siempre. Israel los tuvo. Moisés los tuvo. Nada más que no se veían como tales. Dios les dejó que estuvieran hasta el día de la siega.
Jesús vino a revelarnos eso. Un día  en la Santa Cena, le dijo a Pedro ante una afirmación de él: “¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres piedra de tropiezo; porque no estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”.  Mateo 16. 23.
Entonces los discípulos comenzaron a mirarse con desconfianza entre ellos. Los discípulos no lo tenían identificado. Pero los siervos identifican la cizaña. Y estaba Pedro allí.
Cristo vino a deshacer las obras del diablo, y una de esas obras, es esconderse, pero Cristo tenía discernimiento. Él habilitó el sistema para todos nosotros. Sin discernimiento no podemos llegar demasiado lejos en el ministerio.
Cuando Jesús les habla a sus discípulos y les responde: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?”   Juan 6. 70.
Aquí dice que ES diablo. No dice que es EL diablo. Esto significa que Jesús revela a sus discípulos al diablo como una persona, sino como un espíritu. Porque diablo, es ADVERSARIO.
Los otros jamás cayeron en cuenta que Judas no era uno de ellos, pero Jesús sí. Él lo tenía bien detectado. Discernimiento. Sirve para detectar personas que, como Judas, se esconden detrás de todo el andamiaje estructural de las congregaciones. Conocen la mecánica eclesiástica mejor que muchos. Conocen al pastor, a toda su familia, a los diáconos, el orden de culto y hasta de qué va a predicarse hoy. ¡Son de confianza!
No se olvide que Satanás pierde la batalla en el momento en que es descubierto. No es cuestión de arrojar golpes al aire por las dudas.
Así sucedió en el cielo, cayó cuando fue hallada en él, iniquidad. Él era malo desde el principio, dice la Palabra, pero cayó cuando fue descubierto.
Usemos el discernimiento que el Señor nos ha dado para descubrir toda artimaña del enemigo en nuestra vida, familia e iglesia. No olvidemos que:
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.  Efesios 6. 12.
Dios les bendiga abundantemente.





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