viernes, 16 de marzo de 2018

Leyendo... Proverbios 25



LECTURA DIARIA:
Proverbios 25

La historia del rey Ezequías se relata en 2 de Reyes; 2 de Crónicas e Isaías. Fue uno de los pocos reyes de Judá que honró a Dios. No es de sorprenderse que mandara a copiar y leyera estos proverbios ya que: «En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la ley y los mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón y fue prosperado»


El ser humano siempre siente la necesidad de escudriñarlo todo; Dios no, porque todo lo sabe.
Es mejor ocupar una posición humilde y ser invitado a ascender; una verdad cuya esencia repite Jesús
Jesús hizo del versículo 7 una parábola. No debemos buscar honor para nosotros mismos. Es mucho mejor que con fidelidad y discreción hagamos el trabajo que Dios nos ha encomendado. En la medida que otros perciban la calidad de nuestras vidas, dirigirán hacia nosotros su atención.
Lo que normalmente es un tiempo de agotadora labor se alivia ante la frescura inesperada traída por la nieve. Así es la obra del mensajero fiel.
A menudo es muy difícil encontrar gente confiable de verdad. Un empleado fiel (mensajero) es puntual, responsable, honesto y trabajador. Esta valiosa persona ayuda a quitar algo de la presión que está sobre su patrón.
La mayoría de las iglesias, organizaciones misioneras y grupos cristianos dependen de las ofrendas de la gente para mantener funcionando sus ministerios. Pero muchos de los que prometen dar, no lo hacen. La Biblia es muy clara acerca del efecto que esto tiene en los que trabajan en el ministerio.
Hay cosas que repugnan cuando se disfrutan demasiado.
La mentira (falso testimonio) es cruel. Sus efectos pueden ser permanentes como los de una puñalada.
La venganza de Dios es más eficaz y sin embargo la más difícil de hacer. Pablo citó este proverbio. Jesús nos animó a orar por los que nos dañan. Al devolver bien por mal, reconocemos a Dios como el que salda toda cuenta y confiamos en El como nuestro Juez.
Alguien que actúa correctamente enturbia su proceder cuando se muestra indeciso ante la tentación. Ello afecta su capacidad de servir a otros.
Pensar en la gloria que se merece puede ser muy dañino. Puede amargarnos, desalentarnos o molestarnos, y no nos dará la gloria que creemos que debe ser nuestra.
Cuando un río se torna en pantano, sin la disciplina de las riberas, así, una ciudad sin muros no es una ciudad. Y la persona que no tiene autocontrol no es persona.
Aun cuando los muros de la ciudad limitaban los movimientos de los habitantes, el pueblo estaba contento de tenerlos. Sin ellos hubieran sido vulnerables a los ataques de cualquier grupo de saqueadores que pasara. El dominio propio nos limita, pero se necesita porque nos permite estar seguros. Una vida sin control es vulnerable a toda clase de ataques del enemigo. Pensemos en el dominio propio como si fuera un muro construido para defendernos y protegernos.



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