jueves, 29 de marzo de 2018

Un momento... PERFUME DE ADORACIÓN




UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
PERFUME DE ADORACIÓN.
Marcos 14. 3 – 9.

Jesús estaba nuevamente en Betania, y se encuentra en casa de uno de sus amigos, “Simón el leproso”, sentado alrededor de una mesa en una actitud distendida. Seguramente este era de los tantos que había recibido la sanidad de su enfermedad, y que ahora sano, había invitado al Señor en una actitud de agradecimiento. Hasta allí llegó un mujer, según el relato paralelo del evangelio de Juan, (12. 2 - 3), era María, una de las hermanas de Lázaro el que había sido resucitado por Jesús en esa misma ciudad de Betania. 
María traía con ella un frasco de alabastro, una piedra muy fina similar al mármol traslúcido, con perfume de nardo, que era un perfume muy fino de alto costo digno obsequio para alguien muy importante.
María vierte este perfume sobre la cabeza de Jesús, en un acto de adoración, reconociendo su agradecimiento hacia el Señor y expresando de esa manera el valor que sentía, demostrando que para ella no había nada demasiado valioso como para no entregárselo completamente al Señor. Jesús era digno de todo lo que ella era y tenía.
Es un gesto de amor, de gratitud, pero que en el fondo, es un gesto profundo de compromiso; porque la unción compromete a María a estar cada vez más cerca de Cristo.
Pero los que estaban allí, la mayoría sus propios discípulos, no tardaron en murmurar contra ella por haber derramado algo tan costoso. Argumentando que con el valor monetario del perfume más de trescientos denarios, un denario representaba un día de trabajo, por lo tanto aquel perfume equivalía al salario de un año de trabajo; se podía haber usado para los pobres.
Jesús intervino rápidamente para salir en defensa de la mujer y reprender las murmuraciones de los discípulos. Así que, a lo que ellos llamaban "desperdicio", Jesús lo consideró una "buena obra".
El tiempo del Señor estaba llegando, pronto no estaría más con ellos, en cambio a los pobres tendrían muchas oportunidades de ayudarlos.
Seguramente María había pensado muchas veces en cómo podía exteriorizar el aprecio que sentía por Jesús y encontró la solución en entregarle ese caro perfume que ella poseía. El Señor aceptó con agrado su ofrecimiento y comentó que no había nada más que ella pudiera hacer; "había hecho lo que podía".
María no actuó de forma irreflexiva o impulsiva. Había pasado mucho tiempo sentada a los pies de Jesús escuchando atentamente sus enseñanzas, y había llegado a comprender, mejor aún que los mismos discípulos, la verdad de la inminente muerte de Cristo. El Mesías triunfaría después del sufrimiento.
Cristo elogió la piadosa atención de esta mujer para que lo sepan los creyentes de todas las épocas. A quienes honran a Cristo, Él los honrará.
¡Qué importante es, como María, poner al Señor en primer lugar y darle lo mejor de nuestra vida!
Dios les bendiga abundantemente.

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