viernes, 16 de marzo de 2018

Un momento... DESCUBRIENDO ALGUNOS ENGAÑOS


UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
DESCUBRIENDO ALGUNOS ENGAÑOS.

Dice la Biblia que en los últimos tiempos correremos el riesgo de ser engañados por doctrinas de demonios. Y ya podemos estar recibiendo doctrina falsa, doctrina de demonios, sin que nos hayamos dado cuenta de ello.


Empecemos por saber qué es doctrina. En el Antiguo Testamento, la palabra significa “Lo que es recibido”, es decir: una enseñanza.
La enseñanza que viene de DIOS.
Sana doctrina, entonces, es todo aquello que se fundamenta con la Palabra y no en reglas o estatutos morales y éticos por mejor intencionados que sean. Falsa doctrina, entonces, será todo aquello que, aunque suene bien, no puede ser confirmado en la Biblia.
La sana doctrina está íntima y directamente relacionada con Jesucristo.
La doctrina de Jesucristo siempre tendrá tres palabras que la acompañarán donde quiera que sea predicada: Amonestación, Advertencia y Exhortación.
El seguimiento de los mandamientos no apunta, como tantos lo han interpretado, a hacer del evangelio una cosa rígida, sino una manifestación visible de conducta férrea, suceda lo que suceda, ante la vista de los demás como testimonio viviente de la presencia en nuestras vidas de DIOS.
Ahora: ¿Por qué todas estas recomendaciones?
“Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo”.
2 de Juan 7
Pero ¿Qué es un engañador? Simple; alguien que toma una verdad y la tergiversa, la altera, le agrega o le quita cosas que no son, en su propio beneficio.
Para que alguien tome una verdad y con sutileza la altere, y encima logre engañar a muchos que conocían esa verdad, es indispensable que esa persona conozca muy bien esa verdad.
Falsos maestros estaban confundiendo a las comunidades de creyentes, igual a como está sucediendo hoy día y no necesariamente llegando desde otros lugares.
La doctrina de Cristo, es confrontativa, sin importarme como nos cae o nos deja de caer, pero estaremos firmes en la única sana doctrina.
Ahora, si para que la gente no se ofenda, no nos mire mal, predicamos un evangelio liviano, permisivo, filosófico, humanista, sin amonestación ni exhortación, podremos llegar tener éxito, pero a lo que no llegaremos será a formar parte del ejército de DIOS, ya que hemos cambiado la doctrina de Cristo por otra que en el fondo, da más importancia a la formación y la sabiduría del hombre que al poder, la gracia y la unción de DIOS.
¿Y qué podemos hacer, ante esto?
2 de Juan versículo 11 nos alerta:” Porque el que le dice ¡Bienvenido! (Al que trae una doctrina que no es la de Cristo), participa en sus malas obras”.
No podemos cambiar los mensajes que no son fieles a la doctrina de Cristo. No, no alcanza, porque muchos de esos discursos provienen de estructuras doctrinales denominacionales.
Pero, si podemos volver a la senda, al Camino antiguo, a la iglesia del libro de los Hechos, a los diseños primarios de DIOS, lo que tiene como única autoridad indiscutida al Espíritu Santo y no a hombres sumamente preocupados por sus intereses o por sus prestigios personales, tanto en lo interno denominacional como en lo público y general.
“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
Juan 8. 31 – 32.
Dios les bendiga abundantemente.

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