lunes, 5 de marzo de 2018

Leyendo... Proverbios 14



LECTURA DIARIA:
Proverbios 14

La mujer que no teme a Dios, ciertamente arruinará a su familia, como si derribara su casa.
Quienes desprecian los preceptos y promesas de Dios, desprecian a Dios y todo su poder y misericordia.


El orgullo crece de la raíz de rencor que hay en el corazón. La raíz debe ser arrancada o no podemos vencer esa rama. Las palabras de los sabios nos sacan de las dificultades.
No puede haber ventajas sin que algo, aun por un momento, asuste al indolente.
El testigo consciente no se atreve a representar nada que no esté conforme a su conocimiento.
El burlador trata con desprecio las cosas de Dios. El que siente su ignorancia e indignidad escudriñará las Escrituras con espíritu humilde.
Descubrimos al hombre malo cuando no hay un dejo de piedad en su habla.
Somos viajeros cuya preocupación no es ver maravillas, sino llegar al final de su viaje; hay que entender las reglas por las cuales tenemos que andar, y los fines hacia los cuales tenemos que andar. El hombre malo se engaña y sigue en su error.
Los necios consideran el pecado a la ligera en vez de lamentarlo.
El dolor íntimo y la felicidad son cuestiones estrictamente privadas, no siempre comprendidas por otros.
Hay cosas que parecen fáciles sin embargo, cuando nos encontramos con elecciones fáciles, deberíamos echarles una segunda mirada. La buena opción a menudo requiere trabajo arduo y sacrificio. No nos dejemos seducir por aparentes atajos que parecen buenos, pero que al final conducen a la muerte.
Las apariencias externas no siempre expresan los verdaderos sentimientos del corazón.
La naturaleza humana hace que se busquen los favores del rico, pero quien se preocupa del pobre será recompensado.
En la batalla de los valores la laboriosidad triunfa sobre la mera palabrería.
La impaciencia de espíritu puede ser como un fuego incontrolable. Nos puede consumir a nosotros y a todo lo que esté a su paso. El enojo divide a la gente. Nos empuja a tomar decisiones precipitadas que solo provocan amargura y culpabilidad. A pesar de todo, el enojo en sí no es malo. Es una reacción legítima ante la injusticia y el pecado.
Una mente ecuánime conviene a la salud; la envidia la arruina.
Dios tiene una preocupación especial por el pobre. Insiste en que los que tienen bienes materiales deben ser generosos con los que están en necesidad.



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