miércoles, 7 de marzo de 2018

Leyendo... Proverbios 16



LECTURA DIARIA:
Proverbios 16

Solo la gracia renovadora de Dios prepara el corazón para toda buena obra. Esto nos enseña que no somos suficientes por nosotros mismos para pensar o decir algo que sea sabio y bueno.


La ignorancia, el orgullo y la jactancia nos vuelven jueces parciales respecto de nuestra propia conducta.
Quien consulta con el Señor sus planes descubre el propósito de su vida.
El versículo 4 no quiere decir que Dios creó a algunas personas impías, sino más bien que Dios utiliza incluso las actividades de los impíos para llevar a cabo sus buenos propósitos. Dios es infinito y nosotros somos finitos. No importa cuán maravillosos sean nuestros intelectos, nunca comprenderemos del todo a Dios. Pero podemos aceptar por fe que Él es todopoderoso, todo amoroso y perfectamente bueno. Podemos creer que Él no es la causa del mal. Y podemos confiar en que no hay cabos sueltos en su sistema de juicio. El mal es una condición temporal en el universo. Un día Dios lo destruirá. Mientras tanto, utiliza las intenciones malvadas para sus buenos propósitos.
La altivez es la voz interna que susurra: “Mi manera es la mejor”. Eso es resistir al liderazgo de Dios y creer que se es capaz de vivir sin su ayuda. Cuando se vea queriendo hacer algo a su manera y menospreciando a otras personas, la altivez tira de usted.
Queremos agradar a otras personas y en ocasiones haremos casi cualquier cosa para ganar su aprobación. Sin embargo, Dios nos dice que es mejor depositar nuestra energía en tratar de agradarle a Él. Nuestro esfuerzo pacificador, por lo general, nos hará más atractivos a quienes nos rodean, incluso a los enemigos. Pero aun si esto no sucediera, no hemos perdido nada. Seguimos complaciendo a Dios, el único que en verdad importa.
Ya sea que vendamos o que compremos, que produzcamos un artículo o que ofrezcamos un servicio, sabemos lo que es o no justo. A veces nos sentimos presionados a ser injustos para avanzar o sacar más provecho. Pero si queremos obedecer a Dios, no hay términos medios: Dios demanda honestidad en cada transacción comercial. Ninguna explicación racional encubrirá la práctica de un negocio sucio. La honradez y la justicia no siempre son fáciles, pero es lo que Dios demanda.
Es irónico, pero los soberbios pocas veces se dan cuenta de que la soberbia es su problema, a pesar de que quienes los rodean están muy conscientes de ello.
Durante siglos, la gente buscó la fuente de la juventud, un manantial que le daría vida eterna y vitalidad. Nunca se encontró. Sin embargo, la sabiduría de Dios es una fuente de vida que puede hacer feliz, saludable y viva a una persona para siempre. ¿Cómo? Cuando vivimos mediante la Palabra de Dios, El limpia los efectos mortales del pecado y la esperanza de la vida eterna con Él nos da una perspectiva gozosa en nuestra vida actual. La fuente de la juventud era un simple sueño, pero la fuente de la vida es una realidad. La sabiduría de Dios lo puede iluminar o el peso de su propia necedad lo puede arrastrar.
Las palabras sabias traen salud, Confesión de fe. Este texto revela lo que la sabiduría divina (su Palabra) ha enseñado a nuestros corazones: verdades y promesas que deben reflejarse en nuestra conversación, transmitir esas enseñanzas a nuestros labios. La Palabra en nuestros corazones debe influir sobre nuestra conducta y nuestras conversaciones. La «dulzura» y la «medicina» que tales palabras promueven son deseables, ya sea para nuestras relaciones humanas o para la recepción de la gracia divina en nuestro diario vivir. Llevan al creyente a una vida victoriosa, a través del reconocimiento del poder y la fortaleza de Dios, tanto con nuestras acciones como con nuestros labios.
Debemos trabajar por la comida que permanece para la vida eterna o perecer.
Los impíos realizan más esfuerzos para hacer el mal de los que serían necesarios para hacer el bien. ¡El chismoso separa a las amistades; qué carácter odioso, pero cuán común es!
Algunos hacen todo el mal que pueden por la fuerza y la violencia, y están ciegos en cuanto al resultado.
Vencer nuestras pasiones requiere una administración más firme que para obtener la victoria sobre un enemigo.
Benditos sean los que se entregan a la voluntad de Dios, porque Él sabe lo que es bueno para ellos.



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