viernes, 14 de julio de 2017

UN MOMENTO... SIN RESPUESTA

No hay texto alternativo automático disponible.

UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
SIN RESPUESTA

“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. 
(Santiago 4. 1 – 3).

La vida del ser humano se mueve por sus necesidades, tanto aquellas que son básicas, como aquellas que podríamos llamar complementarias. Son necesidades que las primeras necesitan ser saciadas y las segundas deberían, aunque en el caso de no serlo tampoco cambia en exceso la cosa. Esto afecta directamente a la oración. 
Tantas veces oramos a DIOS, esperamos una respuesta y no la obtenemos, y nos preguntamos ¿estamos haciendo algo mal? ¿DIOS se ha olvidado de nosotros? ¿Ha dejado de querernos DIOS? ¿Quizá estemos haciendo algo mal? El enfoque está en el motivo por el que oramos.
¿Qué es lo que nos lleva a orar? ¿De dónde viene nuestra oración? ¿Por qué desea ese resultado? Nos dice Santiago al respecto: “Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres.” Esto que aparentemente es algo sencillo de entender es algo muy complejo, porque pone el énfasis de esto no está tanto en la oración como en el corazón. La motivación de la oración es lo que traerá el éxito.
La oración es algo complejo, pero hay que tener claro que la oración no es la máquina en la cual echamos una moneda y DIOS nos da lo que queremos. 
Si DIOS diese todo lo que pedimos demostraría ser un mal padre, un padre que malcría a sus hijos y DIOS no puede ser mal Padre. 
El éxito de una oración, la encontramos en la primera carta de Juan “Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.” El énfasis no está en nuestra petición, está en que sea conforme a su voluntad, y para esto debemos conocer la voluntad de DIOS.
Cuando vemos a los discípulos, nunca le pidieron al Señor que les enseñara a predicar, nunca pidieron clases sobre teología o les preguntaron cómo podían echar fuera demonios, pero en cambio sí que le dijeron, “enséñanos a orar”. No estaban buscando nuevas formas, estaban buscando la manera correcta de presentarse ante DIOS. Y el Padre Nuestro va a poner el énfasis en algo imprescindible “hágase tu voluntad como en el cielo así también en la tierra”, porque la realidad es que ninguna oración cambiará la voluntad de DIOS.
¿Acaso dejará DIOS de sanar a alguien porque no oremos? ¿Está el poder de DIOS atado a que nosotros hagamos algo de manera correcta? ¿Quedará alguien sin recibir algo cuando DIOS sabe de lo que tenemos necesidad incluso antes que le pidamos? 
¡De ninguna manera! La oración no es más que el medio que DIOS utiliza, pero nunca será la desencadenante de una respuesta. Es la soberanía, la gracia y la misericordia de DIOS la que obra, no nuestras oraciones, por eso cuando pedimos según la voluntad de DIOS hay respuesta, por eso cuando pedimos egoístamente no la hay, porque DIOS responde para exaltar su gloria. 
¿Cómo estás pidiendo tú a DIOS?
Dios les bendiga abundantemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario