miércoles, 5 de julio de 2017

LEYENDO... Esdras capítulo 1


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LECTURA DIARIA:
Esdras capítulo 1

Ciro fue rey de Persia entre los años 559 a 530 a.C. Esta es una referencia al 538 a.C., el primer año de su reinado sobre Babilonia. La palabra que Dios había dado por boca del profeta Jeremías se iba a cumplir, y es lo que explica que estaba detrás de los acontecimientos históricos de aquella época. 
El libro de Esdras se inicia en el 538 a.C., 48 años después que Nabucodonosor destruyera Jerusalén, derrotara al reino del sur de Judá y llevara cautivos a los judíos a Babilonia (2 de Reyes 25; 2 de Crónicas 36). Nabucodonosor murió en el 562 y debido a que su sucesor no fue fuerte, Babilonia fue destruida por Persia en 539, antes de los sucesos registrados en este libro. Tanto los babilonios como los persas tenían una política de condescendencia hacia sus cautivos, permitiéndoles poseer tierras y casas y tener trabajos corrientes. Muchos de los judíos como Daniel, Mardoqueo y Ester subieron a posiciones prominentes en la nación. El rey Ciro de Persia fue más allá, permitió que muchos grupos de cautivos, incluyendo a los judíos, regresaran a sus tierras. Al hacerlo, esperaba ganarse su lealtad y así conseguir zonas que sirvieran de valla en las fronteras de su imperio. Para los judíos este era un día de esperanza, un nuevo comienzo.
Ciro fue utilizado por Dios para regresar a los judíos a su tierra. Ciro dictó un decreto permitiendo su retorno y les dio protección, dinero, y los artículos del templo que Nabucodonosor había tomado. 
El decreto permitía que los judíos trabajaran juntos para realizar la enorme tarea de reconstruir el templo. Algunos trabajaron en la reconstrucción del templo, mientras otros operaron las líneas de suministro. 
Dios tocó el corazón de los líderes, cabezas de familias, sacerdotes y levitas, y les dio un gran deseo de regresar a Jerusalén para reconstruir el templo. Muchos judíos decidieron regresar a Jerusalén, pero muchos más escogieron permanecer en Babilonia en lugar de regresar a su tierra natal. El viaje de regreso a Jerusalén fue difícil, peligroso y costoso, tardando más de cuatro meses. 
Cuando el rey Nabucodonosor saqueó el templo, se llevó muchos artefactos valiosos. Y lo que no se llevó, lo quemó. La mayoría de estos artículos eran de oro sólido, y Ciro generosamente los devolvió a los judíos para el templo que pronto reconstruirían.
A pesar de que habían pasado muchos años, Dios entregó estos objetos del templo de regreso a su pueblo.

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