viernes, 28 de julio de 2017

LEYENDO... Nehemías capítulo 13


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LECTURA DIARIA:
Nehemías capítulo 13

La ley de Dios establecía claramente que a los moabitas y amonitas se les debía prohibir la entrada al templo. Esto no tenía nada que ver con prejuicio racial, ya que Dios amaba a toda la gente, incluyendo a los extranjeros, pero el sincretismo (una mezcla de varias religiones) había sido la causa de muchos de los problemas de Israel. Ahora se tomaban medidas para que nunca más el remanente incorporara otros dioses al culto de Jehová.
Las relaciones de los judíos con los paganos habían sido la causa de su cautiverio. En su celebración y rededicación, tuvieron que demostrar que hablaban en serio en cuanto a obedecer la ley de Dios.
Nehemías tuvo que regresar a Babilonia por un tiempo, pero cuando regresó a Jerusalén, descubrió que a uno de sus mayores oponentes en la reconstrucción del muro, Tobías, se le había otorgado un cuarto propio en el templo. Tobías era amonita y por lo tanto tenía la entrada prohibida en el templo. Eliasib, el sacerdote, se había casado con la hija del amonita, y era obvio que este utilizó la influencia que ejercía sobre su yerno para obtener aquel cuarto especial. Por eso a su regreso Nehemías lo echó de ahí junto con sus pertenecías.
Los levitas se habían dispersado a lo largo de los años debido al magro sostén que se les ofrecía. Pero ahora se pagaban los diezmos. 
Nehemías sacrificó muchas cosas con tal de ministrar a su pueblo, en este capítulo ora tres veces para que Dios le recuerde y recompense por sus buenas obras.
Dios había ordenado a Israel que no trabajara en el día de reposo, sino que descansara en recuerdo de la creación y del éxodo. El día de reposo, que abarcaba desde el atardecer del viernes hasta el atardecer del sábado, debía ser observado y honrado por todos los judíos, siervos, visitantes extranjeros y hasta por los animales de granjas. El comercio intenso en el día de reposo en Jerusalén violaba directamente la ley de Dios, así que Nehemías ordenó que se cerraran las puertas de la ciudad y que los mercaderes fueran enviados a sus casas todos los viernes por la tarde cuando se acercaran las horas del día de reposo.
Nehemías se llenó de justa indignación ante la forma evidente en la que los judíos estaban quebrantando las leyes de Dios y haciendo caso omiso del pacto que previamente habían reafirmado. El pueblo había prometido que no iba a permitir que sus hijos se casaran con paganos. Pero durante la ausencia de Nehemías, el pueblo había llevado a cabo matrimonios mixtos, rompiendo así su convenio solemne con Dios. El trato severo de Nehemías para esta gente muestra el contraste que existe entre su gran fidelidad a Dios y la negligencia, desobediencia y la deslealtad del pueblo.

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