sábado, 8 de julio de 2017

UN MOMENTO... CLASISMO RELIGIOSO

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
CLASISMO RELIGIOSO

“Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y vestido de ropa lujosa, y también entra un pobre con ropa sucia, y dais atención especial al que lleva la ropa lujosa, y decís: Tú siéntate aquí, en buen lugar; y al pobre decís: Tú estate allí de pie, o siéntate junto al estrado; ¿no habéis hecho distinciones entre vosotros mismos, y habéis venido a ser jueces con malos pensamientos? Hermanos míos amados, escuchad; ¿No escogió Dios a los pobres de este mundo para ser ricos en fe y herederos del reino que Él prometió a los que le aman?” (Santiago 2. 1- 9)

Se cuenta que en cierta ocasión un vagabundo entró en una iglesia con su botella de vino, su ropa vieja y sus barbas mal cuidadas, al entrar, la persona que lo vio lo miro sin agrado, y le invitó a sentarse en el último banco y en la esquina pegada a la pared, toda amabilidad no era nada más que el intento de que esta persona se le viese lo menos posible. Durante la reunión el pastor de la iglesia informó que como todos ya sabían se iba a presentar al nuevo pastor que sustituiría al actual. Al ser llamado, aquel vagabundo que había sido escondido y apartado en un rincón, se levantó con su botella de vino en la mano y subió al púlpito, aquellos miembros de aquella iglesia habían menos preciado por su apariencia a su nuevo pastor, lo cual les hizo caer en una gran vergüenza y les enseñó una gran lección, el clasismo estaba metido hasta los cimientos de la iglesia.
Pero no pensemos que esto solo ocurre en esta iglesia, esto es una realidad en las iglesias en general, todo aquel que no cumple con los patrones de higiene y limpieza no es del todo bienvenido, por eso mismo es que Santiago nos advierte: “Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y vestido de ropa lujosa, y también entra un pobre con ropa sucia, y dais atención especial al que lleva la ropa lujosa, y decís: Tú siéntate aquí, en buen lugar; y al pobre decís: Tú estate allí de pie, o siéntate junto al estrado; ¿no habéis hecho distinciones entre vosotros mismos, y habéis venido a ser jueces con malos pensamientos? Hermanos míos amados, escuchad; ¿No escogió Dios a los pobres de este mundo para ser ricos en fe y herederos del reino que Él prometió a los que le aman?” El clasismo es la muestra clara de que hemos perdido la verdadera visión de las cosas.
Las distinciones por ropa, pensamientos, economía, espiritualidad han pasado a formar parte de la vida de las iglesias, nos encanta alabar a aquellos que predican, tocan instrumentos u oran en voz alta, en cambio menospreciamos a aquellos que llevan vidas desordenadas; se alaba a aquellos, si es que hay alguno en este país, que da grandes ofrendas de lo que le sobra y menospreciamos a aquellos que dan poco pero es todo lo que tienen, alabamos a aquellos que visten de traje y menospreciamos a aquellos que visten o huelen mal porque no tienen un sitio donde dormir, como si a ellos les gustara esto. Jesús se juntó con los miserables, con los pobres con las prostitutas y nosotros despreciamos a todo aquel que no vista como un fariseo.
Hemos perdido el punto de vista de DIOS, y con esto no estoy diciendo que debamos vestir mal u oler mal, pero sí que esto debiera estar en un segundo plano, nos hemos convertido en aquellos sanos de los cuales Jesús decía que no necesitaban médico, pero Él sigue siendo el médico que busca a los enfermos, sigue siendo aquel que escoge a los pobres para hacerlos ricos, ¿Por qué hemos perdido esta visión? Porque hemos amado más nuestras necesidades que las de los demás, porque nos amamos más a nosotros que a nuestro prójimo, porque hemos dejado de ver a las personas con el filtro del cielo y las vemos con el filtro del materialismo.
Necesitamos volver a los gustos primitivos del evangelio, de preocupación por las viudas, los huérfanos, los pobres, los leprosos, la iglesia fue creada para que sus puertas acogieran a los despreciados por el mundo, pero hoy en día sus paredes separan a los hijos de Dios de aquellos que son igual que nosotros, pobres de este mundo. Porque esto es lo que nosotros éramos y Cristo nos llamó a ser ricos en fe; y tenemos un reto por delante, ama al que está a tu lado como a ti mismo, al que viste lujoso y al vagabundo, este es el gran mandamiento y la prueba de vivir el primero, amar al Señor con todo nuestro corazón. ¿Cuánto amas a DIOS?
Dios les bendiga abundantemente.

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