lunes, 17 de julio de 2017

LEYENDO... Nehemías capítulo 2

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LECTURA DIARIA:
Nehemías capítulo 2

Nisán era el cuarto mes después de Quisleu. Nehemías temía aparecer triste ante el rey en un momento inapropiado, porque los coperos debían esconder sus emociones para agradarlo. Violar esto se castigaba con la muerte.
El rey notó la tristeza de Nehemías. Este tuvo miedo pues era peligroso mostrar pesar ante el rey, quien podía ejecutar a cualquiera que lo desagradara. Cualquiera que llevara ropas de cilicio (ropa de luto) no podía ni siquiera entrar en el palacio.
A Nehemías no le dio pena confesar su temor, y no permitió que el temor le impidiera hacer las cosas que Dios lo había llamado a realizar. 
Con muy poco tiempo para pensar, Nehemías oró a Dios. 
Después de su oración, Nehemías pidió permiso al rey para ir a Judá, y este se lo concedió. 
Cuando Nehemías llegó a Judá, tuvo que enfrentar oposición. Durante más de noventa años, los que se habían establecido en la región cuando los judíos fueron llevados cautivos se oponían a la reconstrucción de Jerusalén. 
Una Jerusalén reconstruida era una amenaza contra la autoridad de los funcionarios samaritanos que habían estado a cargo de la zona desde que se inició el cautiverio de Judá.
El creciente número de personas en Jerusalén hizo que Sanbalat y Tobías se pusieran nerviosos. No querían que los cautivos que regresaban tomaran control de la tierra y pusieran en peligro sus puestos.
Nehemías anima al pueblo a reedificar los muros
Nehemías llegó calladamente a Jerusalén y pasó varios días observando y evaluando cuidadosamente el daño de los muros. 
Nehemías mantuvo en secreto su misión e inspeccionó los muros a la luz de la luna para evitar murmuraciones dañinas acerca de su llegada y para evitar que los enemigos se enteraran de sus planes. Solo después de haberlo planeado cuidadosamente haría pública la misión que Dios le había encomendado. El pueblo reconoció que Nehemías había sido comisionado por Dios y le ofreció su total cooperación.
Sanbalat y Tobías catalogaron la reconstrucción de los muros de Jerusalén como un acto de rebelión en contra del rey, probablemente con la amenaza de reportar como traidores a los constructores. Además, ridiculizaron a Nehemías, diciendo que los muros nunca podrían reconstruirse debido a que los daños eran demasiado graves. Nehemías no les dijo que ya contaba con el permiso del rey para reconstruirlos. En vez de ello, simplemente dijo que tenía la aprobación de Dios, y eso era suficiente.

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