miércoles, 19 de julio de 2017

LEYENDO... Nehemías capítulo 4

La imagen puede contener: 2 personas, texto
LECTURA DIARIA:
Nehemías capítulo 4

Sanbalat era gobernador de Samaria, la región justo al norte de Judea, donde Jerusalén estaba ubicada. Probablemente, Sanbalat había esperado ser gobernador de Judea también, pero la llegada de Nehemías echó a perder sus planes. Sanbalat trató de ahuyentar a Nehemías o al menos desalentarlo con burlas, amenazas y fanfarronadas.
Casi trescientos años antes del tiempo de Nehemías, el reino del norte de Israel fue conquistado y la mayor parte del pueblo fue llevado cautivo. El rey Sargón de Asiria volvió a poblar Israel con los cautivos de otras tierras. Estos cautivos a la larga se casaron con los pocos judíos que permanecieron en la tierra para formar una raza mixta de personas que llegaron a ser conocidas como samaritanos. Los que regresaron a Jerusalén y a la región sur de Judea durante los días de Esdras y Nehemías no querían tener nada que ver con estas personas, ya que los consideraban de raza impura. Las relaciones entre estos dos grupos fueron empeorando progresivamente y cuatrocientos años más tarde los judíos y los samaritanos todavía se odiaban.
El ridículo puede herir profundamente, y causar desaliento y desesperación. Sanbalat y Tobías utilizaron el ridículo para tratar de disuadir a los judíos de construir el muro. En vez de intercambiar insultos, sin embargo, Nehemías oró y la obra continuó. Nehemías no clamaba por venganza, sino que pedía que la justicia de Dios se imponga.
Nehemías combinó constantemente la oración con preparación y planeamiento. Su pueblo confiaba en Dios, y al mismo tiempo se mantuvo vigilante sobre lo que se le había encomendado. Nehemías recordó a los obreros su llamado, su meta y la protección de Dios.
La muralla de la ciudad tenía dos kilómetros y medio de largo y casi tres metros de ancho. Su construcción suponía un tremendo esfuerzo.
Repartieron a los trabajadores a lo largo del muro, y Nehemías trazó un plan de defensa que uniría y protegería a su pueblo. La mitad de los hombres trabajarían mientras la otra mitad permanecía detrás protegiéndolos.
Para aligerar la ansiedad de su pueblo, Nehemías estableció un sistema de comunicación. El hombre que tocaba la trompeta permanecía con Nehemías y el pueblo sabía qué hacer si lo escuchaban.
Los guardias estaban preparados y tomaban sus responsabilidades seriamente.
El muro alrededor de Jerusalén fue reconstruido en un tiempo récord, a pesar de la oposición. Incluso los enemigos de Israel tuvieron que reconocer de mala gana y con temor que Dios estaba con aquellos constructores. No sólo eso, sino que Dios obró por medio de Nehemías para llevar un despertar espiritual al pueblo de Judá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario