viernes, 30 de noviembre de 2018

Leyendo... Miqueas capítulo 6



LECTURA DIARIA:
Miqueas capítulo 6

Dios presenta cargos contra su pueblo, con los montes, los collados, y los fuertes cimientos de la tierra, como testigos.

Aquí Miqueas describe un tribunal. Dios, el juez, dice a su pueblo lo que demanda de él y declara todas las formas en las que lo han dañado a Él y a los demás. Los capítulos cuatro y cinco están llenos de esperanza, los capítulos seis y siete proclaman el castigo y hacen un llamado para que el pueblo se arrepienta.
Dios llamó a las montañas para que confirmaran la culpabilidad del pueblo. Las montañas servirían como testigos excelentes, ya que fue en «los santuarios de las colinas» donde el pueblo había construido altares paganos y habían realizado sacrificios a los dioses falsos
Pueblo mío, ¿qué te he hecho o en qué te he molestado? El pueblo nunca podría responder a esta pregunta debido a que Dios no había hecho nada malo. Al contrario, había sido excesivamente paciente con él, siempre lo había guiado con amor y le había dado la oportunidad de que regresara a Él.
La historia de Balac y Balaam se encuentra en Números 22-24. Sitim era el campamento de los israelitas, al oeste del río Jordán, antes de entrar a la tierra prometida. Allí el pueblo recibió muchas de las instrucciones y promesas de Dios acerca de la forma en la que debían vivir. Gilgal, su primer campamento después de cruzar el Jordán, fue en donde el pueblo renovó su pacto con Dios. Estos dos lugares representan la protección amorosa de Dios a su pueblo, su disposición tanto para bendecirlos en gran manera como para advertirles acerca de los problemas potenciales. En los días de Miqueas el pueblo se había olvidado de este pacto y de sus bendiciones y se había apartado de Dios.
¿Con qué me presentaré ante Jehová y adoraré al Dios?
Estos versículos son la respuesta de Israel a los cargos que le imputa Jehová; en ellos se arguye ignorancia y se le pregunta a Jehová sobre lo que considera aceptable. La respuesta explícita es que nada se considera aceptable si no se hace justicia, se ama la misericordia y se acepta la voluntad de Dios; o sea, si no se mantiene una correcta relación con Dios y con el prójimo.
En realidad Dios esperaba una reacción moral del pueblo vinculado a él por el antiguo pacto.
Israel respondió a la petición de Dios tratando de apaciguarlo con sacrificios, esperando que los dejara en paz. Pero los sacrificios y otros rituales no bastaban.  
Omri reinó en Israel y llevó al pueblo a la idolatría. Acab, su hijo, fue el rey más perverso de Israel. Si el pueblo seguía solo los mandatos y ejemplos de esos reyes, estaba muy mal. Esa maldad penetrante estaba madura para el castigo.

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